La Naciones le Adoran

Cena de Navidad  •  Sermon  •  Submitted
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INTRODUCCIÓN

¡Qué gozo poder estar juntos hoy! Celebrando nuestra cena de Navidad en familia y con invitados. Éste es un tiempo precioso de compañerismo, pero no solo para nosotros en la iglesia, sino para muchos alrededor del mundo. La época de Navidad se asocia generalmente con un tiempo de alegría, mucho gozo, paz y unidad.
Incluso en medio de dificultades como un repunte de la pandemia, las personas intentan de alguna manera celebrar aún en sus casas.
La Navidad, ciertamente, es una celebración a nivel mundial. En todo el mundo, personas de diferentes nacionalidades, idiomas, edades, hombres, mujeres, niños, solteros, casados, la gran mayoría alrededor del mundo en esta época tiene un motivo para celebrar, de hecho, incluso somos más intencionales. La Navidad no es una festividad como cualquier otra, hay algo diferente en esta época. Cuando pensamos en Navidad, la gente intenta que:
La familia esté unida. Usted en verano no piensa en pasar un tiempo con la familia sino en ir a la playa.
Se vuelven más generosos. Pensando en cómo puede ayudar a quien lo necesita.
Hay reconciliación y perdón. En muchas ocasiones, Navidad es sinónimo de dejar los conflictos y las ofensas atrás.
Se dan regalos. En ninguna otra celebración pensamos en dar regalos, la semana pasada fue el 06 de diciembre y nadie pensó en regalar nada por el día de la Constitución española.
Las empresas hacen fiestas de celebración. Usted no ve que las empresas organicen una cena paga para todos los empleados en otra época del año, y mucho menos que se regalen cestas de Navidad.Salmos
Pero, ¿qué es lo que produce tanta alegría, tanto deseo de celebración y tanta paz en esta época? ¿Qué es lo que estamos celebrando en esta época del año?

EL DESEADO DE LAS NACIONES (Mateo 1:18-2:12)

Contrario a lo que muchos piensan, en la Navidad no nos celebramos a nosotros mismos. Sino que celebramos y nos gozamos por un acontecimiento mucho mayor a cualquier otro en la historia de la humanidad. Tan grande es el acontecimiento que se celebra en la Navidad que dividió la historia del ser humano en dos, antes y después de Él.
La Navidad no tiene en su principal gozo o celebración al ser humano, no somos nosotros el punto central de esta historia, aunque, como veremos más adelante, somos más benefactores, pero el centro de la historia de la Navidad no está en nosotros sino en Dios. Ahora bien, estoy seguro de que la mayoría de los que estamos acá presentes sabemos o hemos escuchado algo de la historia de la Navidad, Jesús, el hijo de Dios vino a este mundo. Sé que muchos de nosotros, asistamos o no a una iglesia regularmente, junto con el árbol de Navidad también ponemos un Belén, un pesebre o una escena de la natividad.
Pero, a pesar de ser tan conocida la historia, creo que solo entendemos sus implicaciones y relevancia de manera superficial. Creo que no estamos acostumbrados a conocer a profundidad el verdadero significado de este acontecimiento, y mucho menos, por qué este acontecimiento es el motivo principal de gozo para todas las personas, en todas las naciones alrededor del mundo.
De hecho, es imposible desconctar la historia del nacimiento de Cristo del resto de las naciones. En el evangelio de Mateo 2:1-2 “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.”
Justo después del nacimiento de Jesús, vemos como personas que no eran judías, sino que probablemente eran de Persia, personas con una cultura totalmente diferente vinieron a verlo. Este es un efecto que ya en el Antiguo Testamento se anticipaba, en el libro de Hageo a Jesús se le llama el Deseado de las Naciones (Hageo 2:7).
Pero, ¿quién es este Jesús? Y ¿por qué es tan anhelado?

DE TINIEBLAS A LA LUZ (Isaías 2:3, Isaías 60:1-3)

El libro de Isaías es de gran utilidad en este aspecto. En él constantemente se habla del nacimiento del Salvador y de cómo las naciones vendrán a él llenos de gozo y paz. Tan pronto como en el capítulo 2 del libro de Isaías encontramos una de estas declaraciones:
Isaías 2:3 “Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.”
Las naciones mirarán a la nación judía en busca del Salvador, aquel que pueda librarles de la oscuridad y las tinieblas en las que se encuentran las naciones de la tierra. En Isaías 60 encontramos lo siguiente:
Isaías 60:1-3 “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.”
Las naciones de la tierra se encuentran inmersas en una tiniebla densa y oscura, creo que eso es evidente si tan solo vemos a nuestro alrededor. La historia de la humanidad no ha hecho más que repetirse desde Génesis 3. Estas tinieblas son producto de la misma desobediencia que el ser humano ha tenido para con Dios, las tinieblas son una consecuencia de rechazar a Dios como el rey soberano de nuestras vidas.
La Biblia describe al ser humano como en tinieblas. Tanto en Romanos 1:21 como Efesios 4:17-18 nos dicen que el ser humano tiene el corazón y la mente entenebrecidos. Esto quiere decir que está lleno de oscuridad y de tinieblas. Esto es sinónimo de maldad, ignorancia, de estar perido y alejado de Dios.
Esta es una condición en la que todas las naciones se encuentran. Todos, sin excepción ninguna, hemos estado en un estado de oscuridad en nuestro corazón y nuestra mente. No pensamos como debemos pensar, y no amamos a Dios como debemos amarlo. Cuando usted ve a su alrededor, es inevitable pensar que algo está mal en el mundo, que hay algo en las personas que no está bien, y el problema no es externo sino interno. Nuestras tinieblas son muchas y muy densas.
Pero, aún en medio de estas tinieblas, una luz resplandece, una luz que se manifestó primero en el pueblo de Israel, pero una luz que estaba destinada a guiar a todas las naciones a la verdad. Esta luz es Cristo mismo.
Por eso este versículo en Isaías 60:3 “Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.”
Cristo es el motivo de gozo de las naciones, Cristo es el motivo de celebración para todos los pueblos y que trasciende lengua, nacionalidad, posición geográfica, y que une a gente de todos los pueblos en una sola nación santa y apartada para Él.
Las naciones se alegran porque solo en Cristo han encontrado la libertad.

NAVIDAD ES IGUAL A SALVACIÓN

Asi que, cuando pensamos en Navidad, debemos pensar en una historia de salvación y libertad.
Cristo nos libra del poder de las tinieblas que nos tenía cautivos y nos hace parte de su pueblo, reinando ahora Él sobre toda la creación. En el Salmo 22, un Salmo que nos habla acerca de la venida de Jesús, encontramos lo siguiente:
Salmo 22:27-28 “Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, Y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti. Porque de Jehová es el reino, Y él regirá las naciones.”
Las historia de Navidad es una historia de libertad y salvación. Jesús nos libra de las tinieblas, pero no nos deja sin guía, él mismo reina sobre nosotros para guiarnos por el camino de la verdad. De todos los pueblos, una sola nación.

LA NAVIDAD ES ADORACIÓN

Esta salvación ha llegado al mundo en Cristo Jesús. A Él es a quién vienen a ver los magos del oriente en Mateo 2.
A Él es a quien las naciones esperan, y a Él es a quien nosotros, siendo su iglesia, personas de todo pueblo y nación venimos a adorar.
La Navidad, no solo es una historia, sino también una respuesta en adoración al nacimiento del rey.
Amado amigo que hoy nos visitas, quiero decirte que esta celebración en la que estás hoy, no es una celebración de la unidad ni del gozo ni de la paz en sí mismos, sino de Cristo.
Celebramos a Cristo porque él es nuestra paz, primeramente con Dios, y también entre nosotros.
Celebramos a Cristo porque Él es nuestro gozo, quien ha cambiado el lamento que nuestro pecado ha causado por una alegría indescriptible.
Celebramos a Cristo porque Él es nuestro Rey, a quien adoramos.
Y de esto se trata precisamente la Navidad, la razón por la que tenemos el deseo de paz, gozo, reconciliación y generosidad, es porque precisamente el Rey del Universo se encarnó, vino a este mundo para dar a los pecadores la Salvación que tanto necesitamos.
Celebramos la Navidad porque la única respuesta ante tal acontecimiento es adoración y nada más.
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