Sermon Tone Analysis

Cuando sabemos cuales son las razones que causaron un problema, será más fácil solucionarlo.

En los tres cap.

anteriores, el apóstol les hizo ver por qué estaban divididos: no habían entendido ni el mensaje, ni el ministerio.

En los siguientes 16 versos, o sea lo que resta del cap.

4, Pablo les da el remedio para tal problema: tienen que deshacerse de la arrogancia o el orgullo.

Desháganse de la arrogancia.

Les había hecho ver que ni él, ni Apolos, ni Cefas eran algo sino siervos del Señor.

Pablo usó el ejemplo del que planta y el que riega, y que la gloria no era para ninguno de ellos sino para el que da el crecimiento: Dios!

1 Corinthians 4:6 (NBLA)

Esto, hermanos, lo he aplicado en sentido figurado a mí mismo y a Apolos por amor a ustedes, para que en nosotros aprendan a no sobrepasar lo que está escrito, para que ninguno de ustedes se vuelva arrogante a favor del uno contra el otro.

El significado literal de la palabra traducida como arrogante es “hinchado, inflado, envanecido”.

Nos volvemos arrogantes (nos inflamos o se nos suben los humos) cuando creemos que lo que hemos recibido, ha sido por mérito o esfuerzo propio.

Nos olvidamos que si tenemos algo bueno, lo hemos recibido por gracia, sin merecerlo.

La falsedad, la envidia, y la arrogancia son hermanas, hijas de la ignorancia.

Adopten la humildad.

El apóstol los confronta directamente, diciéndoles:

1 Corinthians 4:7 (NBLA)

Porque ¿quién te distingue?

¿Qué tienes que no recibiste?

Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?

¿Quién te distingue?

es “¿quién te juzga como mejor que otros?”

En otras palabras, Pablo estaba diciéndoles: ¿Quién se creen que son?

Sean ¡humildes!

Para deshacerse de la arrogancia tenían que aprender humildad.

Cuando la humildad mora en el corazón de los creyentes, no hay lugar para sentirse superior, ni lugar para divisiones.

Usando la ironía, Pablo denuncia la manera en que los corintios se veían a si mismos como que si ya hubieran alcanzado la cima espiritual, cuando en realidad estaban muy lejos de ello.

¡Todo era jactancia!

En los siguientes versos, pareciera que Pablo está diciendo: ¡Que curioso que nosotros, los apóstoles, hemos sufrido humillaciones y sufrimientos, mientras que ustedes se exaltan a si mismos!

Estén dispuestos a sufrir por otros.

En el verso 16, Pablo les exhorta a imitarle: “Por tanto, os exhorto: sean imitadores míos.”

La invitación es a imitarle en la disposición al sufrimiento por amor a otros, tal cómo él y los demás apóstoles habían sufrido por amor a Cristo.

Para ello, hace un contraste entre los sufrimientos de los apóstoles y lo que los corintios se creían:

Apóstoles Los corintios

9 Exhibidos como criminales.

Auto-exaltados

10 Necios (tontos) Prudentes (sabios)

Débiles Físicamente fuertes

Sin honra Distinguidos, respetados

11 Hambrientos y sedientos Saciados (8)

Mal vestidos “

Maltratados Respetados (10)

Nómadas (sin vivienda) Ricos

12 Trabajando duro

Ultrajados

Perseguidos

13 Difamados

Basura del mundo

Como un buen padre, ya que era su padre espiritual, Pablo no pretendía avergonzarlos sino hacerlos entrar en razón (νουθετέω), advertirles de las peligrosas consecuencias de sus acciones:

El amor de padre por sus hijos espirituales era evidente: ¡quería lo mejor para ellos!

Al tomar partido entre Apolos, Cefas, y Pablo, los corintios habían olvidado algo importante: fue Pablo quien les llevó el evangelio y les enseñó sus primeras lecciones espirituales.

Por 18 meses permaneció con ellos, instruyéndoles en el camino del Señor.

Al igual que los corintios, muchos creyentes olvidan a aquel instrumento que Dios usó para que el mensaje de salvación llegara a ellos.

Pablo buscaba lo mejor para sus hijos en la fe; por eso los invitó a imitarle.

Uno de los hijos en la fe que era un imitador de su maestro era Timoteo.

Este no solamente sería el probable portador de la carta, sino un ejemplo de la vida de Pablo y de sus enseñanzas.

Pablo podía imaginarse que la visita de Timoteo no sería suficiente para convencer a todos a actuar con humildad y dejar las facciones; por lo tanto, Pablo expresa sus planes de ir personalemente para tratar con aquellos que permanecieran endurecidos:

El poder de los arrogantes corintios estaba basado en su palabrerío o elocuencia.

¡Buenos para hablar, pero malos para vivir!

Pablo había aprendido una lección cuando estuvo en Atenas: no es la elocuencia lo que convence, sino el poder del Espíritu.

Por eso, les había dicho al principio de la carta:

Ahora se los repetía con otras palabras:

Pablo no podía evadir la responsabilidad que tenía como padre espiritual de los corintios de aplicar la disciplina necesaria para corregir los problemas de casa.

Pero, como un padre sabio, espera que los corintios sean listos y aprendan con palabras y no con vara: