A sus pies
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¿Quien es la persona que puede rendirse a los pies de Jesús y ofrecerle una verdadera adoración?
Solo aquel que ha llegado a una completa, total convicción de su pecado reconociendo que cada una de sus ofensas es una carga demasiado grande para llevar y ha encontrado perdón en Jesús. Solo aquel que sabe que la deuda de su pecado ha sido cambiada en una deuda de gratitud por todo por el pecado que le ha sido perdonado.
Hay una historia en la Biblia que nos habla de esto y se encuentra en el evangelio según San Lucas...
36 Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.
37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;
38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.
39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.
Un corazón que ha sido roto por el pecado que se ha dado cuenta de su necesidad de Jesús.
Un corazón que ha sido roto por el pecado que se ha dado cuenta de su necesidad de Jesús.
El camino para llegar a los pies de Jesús para esta mujer pasaba por esas calles donde todos decían, allí va la pecadora. Esta es la historia de una mujer que las marcas del pecado eran visibles en su vida, es la historia de una mujer que seguramente todavía luchaba en las arenas del pecado que la había marcado, una mujer que fue en busca de quizá su ultima esperanza de librarse de la culpa que la atormentaba. Todo verdadero adorador empieza su camino así, dándose cuenta que necesita un altar donde pueda ofrecer un sacrificio que quite su culpa. Esta mujer sabia que no tenía acceso a ese altar, no tenía un sacrificio para ofrecer, ni un intercesor que le ayudara, por eso busco a Jesús. Si quieres estar a los pies de Jesús debes entender que lo necesitas a él como el único sacrificio que puede cubrir tu pecado.
Un corazón que está dispuesto ha tomar el lugar de la humillación para ser alcanzado por la sublime gracia de Dios.
Un corazón que está dispuesto ha tomar el lugar de la humillación para ser alcanzado por la sublime gracia de Dios.
Pero llegar a los pies de Jesús tuvo un precio para esta mujer: Estar en un lugar donde sabía era rechazada, estar cerca de una persona de quien no era digna ni de mirar, hacer algo por lo cual sería despreciada (soltar sus cabellos) y volverse vulnerable física y emocionalmente en un lugar donde seguramente sería incomprendida.
Pero ella acepto el peso de la humillación, caminó la senda del arrepentimiento para poder ofrecer lo que quería entregar a Jesús: su perfume , lo único de valor que tenía y sus lagrimas que mostraban el dolor de lo que guardaba en su corazón.
El adorador no solo sabe levantar sus manos, sabe también doblar sus rodillas. Conoce bien la diferencia de entre un corazón auto suficiente y lleno de orgullo y uno lleno de vergüenza, necesitado de ayuda y totalmente quebrantado.
Un corazón que está dispuesto a entregar todo lo que posee a cambio de experimentar ser aceptado por Jesús.
Un corazón que está dispuesto a entregar todo lo que posee a cambio de experimentar ser aceptado por Jesús.
Esta mujer fue aceptada por Jesús porque ofreció lo que tenía que dar: Algo con que lavar los pies de Jesús, Algo con que mostrar su amor por Jesús, Algo con que mostrar su reconocimiento de quien era Jesús.
El adorador sabe que en la adoración hay entrega, no puede faltar algo que ofrendar, es una relación de menor a mayor, de una insignificante criatura al Dios todopoderoso quien solo admite adoración completa, entrega total, rendición incondicional.
Un Corazón que vive agradecido por el perdón inmerecido que ha recibido de su Salvador.
Un Corazón que vive agradecido por el perdón inmerecido que ha recibido de su Salvador.
Después que aquella comida terminó, solo una mujer salió de aquel lugar satisfecha. La que había llegado con un corazón quebrantado, salió con un corazón restaurado, la que llegó con un corazón condenado salió con con un corazón perdonado, la que llegó en vergüenza salió con vestiduras de paz.
El verdadero adorador vive agradecido porque al experimentar la verdadera adoración ha pasado por la experiencia de una transformación maravillosa de su vida