EL MATRIMONIO EN EL EDEN

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INTRODUCCION

Continuamos hoy con nuestra serie de Génesis, y vamos a proximando al final del capítulo 2. Hoy veremos la enseñanza de la Escritura sobre uno de los elementos centrales en el diseño de Dios, la relación entre el hombre y la mujer. Este puede ser un tema controversial en nuestra sociedad actual. De hecho, hay tanta confusión sobre lo que significa ser hombre, y lo que significa ser mujer, que ahora las personas quieren negar hasta lo más evidente delante de sus ojos, su género. Y esta ideología de género es solo la última expresión de la rebeldía del hombre en contra del diseño de su Creador. Pero, la verdad es que la relación entre el hombre y la mujer en el matrimonio ha sido atacada desde mucho antes.
Por una parte, hombres que han sido abusivos, maltratadores, violentos, infieles; y por otra parte, muejeres que han sido insumisas, queriendo ocupar la posición de autoridad. Y lamentablemente, el diseño de Dios en el que el hombre y la mujer se complementan el uno al otro no solo es rechazado hoy en día, sino que se promueve la idea de que la relación entre hombre y mujer es más bien dañina, y de ser posible, debe ser evitada. La idea de que cuando el hombre ejerce su autoridad como cabeza de hogr y la mujer es su ayuda idónea, lo que realmente estamos observando es una relación de opresión en contra de la mujer.
Al diseño de Dios hoy en día se le llama patricarcado. Y la solución humana, se le llama feminismo.
No queremos decir con esto que la relación entre el hombre y la mujer es perfecta. De hecho, en Génesis 3 claramente se nos dice que el resultado del pecado es la pérdida de la harmonía y la paz en su relación. Pero esto no quiere decir que el diseño de Dios es malo, sino que el ser humano es incapaz de vivir conforme a ese diseño. Por esta razón, estudiar el libro de Génesis es de gran importancia, pues nos ayuda grandemente a entender el diseño que el Creador ha dado a su creación.
Como ya hemos comentado antes, en Genesis 1 encontramos la narrativa de toda la creación, desde el primer día hasta el sexto, terminando con el día de reposo establecido por Dios en el día séptimo. Génesis 1 nos muestra cómo Dios creó todas las cosas desde un punto de vista más general. Pero, cuando llegamos a Genesis 2, lo que nos encontramos es una descripción mucho más detallada del sexto día en el que Dios creó todas las bestias del campo, y en especial, al ser humano. Dios creó tanto al hombre como a la mujer a su imagen y semejanza.
Ambos fueron creados a imagen y semejanza de Dios. Este punto es ta crucial, que la escritura lo enfatiza en Genesis 1:27 “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” En el Hebreo está escrito de una forma poética con el propósito de enfatizar esta verdad, que tanto el hombre como la mujer son creados a imagen de Dios.
Génesis 1, entonces, nos muestra un aspecto de la creación del hombre y la mujer. Nos muestra que ambos fueron creados por Dios, ambos poseen la misma dignidad, el mismo valor, y la misma responsabilidad moral delante de Dios, también nos muestra que la bendición de Dios es sobre ambos, tanto sobre el hombre como sobre la mujer, y finalmente, nos muestra que a ambos es encargados la tarea de gobernar la creación. A ambos les es encargada la tarea de sojuzgar la tierra.
Sin embargo, la forma en como el hombre y la mujer deben llevar a cabo ese mandato bíblico es completamente diferente. Podemos afirmar con toda certeza que el hombre y la mujer son iguales en un aspecto, pero diferentes en otro. Son iguales en que ambos son creados a la imagen de Dios por igual, ambos reciben la bendición y el mandato; sin embargo, son diferentes en los roles que cada uno debe desempeñar dentro de la creación. A esta posición teológica se le conoce como complementarismo, y se refiere a la posición que defiende la enseñanza bíblica de que el hombre y la mujer son igualmente portadores de la imagen de Dios, cada uno de manera individual está creado a la imagen de Dios; pero, al mismo tiempo, en su relación complementaria el uno con el otro reflejan la gloria de Dios de una manera muy particular. Esto lo veremos más adelante. La relación complementaria entre el hombre y la mujer nos da una visión del evangelio que no puede verse de manera individual en el hombre ni en la mujer.
De esta manera, el complementarismo afirma que el hombre y la mujer son creados igual en esencia, es decir, como portadores de la imagen de Dios, pero diferente en roles. Ambos son creados como seres humanos por igual, la mujer no es una clase inferior de humano, sino que es por igual de la misma naturaleza del hombre; pero, esta humanidad se expresa de una forma diferente por medio de los roles que Dios asignó a cada uno.
El contrario a esta posición, es el egalitarianismo, que establece que el hombre y la mujer son iguales en todo sentido, y por tanto, son intercambiables en sus roles. Esta posición, contrario a lo que nos enseña el libro de Génesis, ve en el orden dado por Dios para la relación entre el hombre y la mujer, una jerarquía que promueve la opresión y que por eso, Jesús redime esa opresión, restaruando la igualdad, incluso de roles, entre el hombre y la mujer. Por tanto, el hombre y la mujer tienen la misma autoridad tanto en casa como en la iglesia. Sin embargo, como veremos el día de hoy, esta idea es contraria al diseño de Dios para su creación.
Así que, les pido que me acompañen a Genesis 2:18-25
LECTURA: Genesis 2:18-25
Genesis 2:18–25 RVR60
Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.
Ahora les pido que elevemos a Dios nuestra oración para pedirle que su Espíritu Santo sea el que nos guíe e ilumine nuestro entendimiento.
ORACION

CREADOS PARA COMPLEMENTARNOS - Genesis 2:18

Lo primero que capta nuestra atención en este pasaje es la evaluación que Dios hace después de crear al hombre y encomendarle la tarea de labrar y guardar el Huerto. Desde Genesis 1:1 hasta Genesis 2:17, todo lo que Dios había creado era visto como bueno.
Pero, cuando llegamos a Genesis 2:18, lo que vemos es una declaración sorprendente por parte de Dios. Genesis 2:18 “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo...”.
Siete veces aparece la declaración divina “y vio Dios que era bueno”, incluso en Genesis 1:31 “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera...”. Por esta razón, debe extrañarnos que ahora, en el detalle del sexto día veamos a Dios diciendo lo contrario. Ahora bien, esta aparente contradicción tiene el propósito de enfatizar lo que está ocurriendo. Primeramente, no es una contradicción, porque la creación no estaba terminada. Dios evalua un estado de la creación en el que no estaba completa, y en segundo lugar, Dios evalúa la ausencia de algo, no el resultado de su obra creadora.
Dios dice, “no es bueno que el hombre esté solo”, es la ausencia de compañía lo que Dios está diciendo que no es bueno, no el resultado de su creación.
En segundo lugar, esta expresión tiene el propósito de enfatizar lo que está ocurriendo. La expresión Hebrea “no es bueno” denota un fuerte énfasis, no se trata de “bueno, no es lo mejor que Adán esté solo”, tampoco es un “bueno, siempre se puede estar mejor”, no está describiendo una situación que podría ser mejor, que quizás no es ideal. No, la expresión en Hebreo nos lleva a pensar que es malo que Adán esté solo. Literalmente en Hebreo dice “no bueno”, לו–טוב, y esta no es una expresión común. De hecho, en el AT cuando se describía una situación que no era ideal, era mucho más común usar la frase ענ–טוב (‘en tob). El uso de la negativa “lo” le da un mayor énfasis y fuerza a la expresión hecha por Dios.
Quizás en nuestro idioma, la mejor forma de representar esta idea sería traduciendo el texto como “es malo para Adán estar solo”.
Ahora piense en esto, Adán tenía todo lo que podía necesitar en cuando a posesiones en el Edén, recordemos que estaba en el Jardín-Templo-Hogar llamado Edén. Adán tenía una perfecta comunión con Dios, no había pecado, ni separación entre ellos. Adán podía disfrutar de todo lo que Dios le había dado, y sin embargo, Dios en su sabiduría y diseño sabiamente estableció que el hombre no debe estar solo.
La respuesta de Dios la encontramos en la segunda parte del mismo versículo.
Genesis 2:18 “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. Dios tiene una idea muy clara de lo que está viendo, no se trata de que Adán tenga compañía únicamente, sino que Adán necesita un complemento.

LA AUTORIDAD DELEGADA - Genesis 2:19-20

Ahora es curioso que Dios haya dicho y lo siguiente que encontramos en la narrativa sea la creación de las bestias del campo. Hay quienes puedan pensar que este fue el primer intento de Dios de solucionar el problema de la soledad de Adán, pero no es así. Incluso antes de que Dios declarara que es malo que Adán no tenga su complemento, desde antes de la creación del hombre, Dios ya tenía la creación de la mujer en mente.
Pero lo que leemos a continuación no es la creación de la mujer, sino la creación de todas las bestias del campo.
Y usted se preguntará, si Dios tenían en mente a la mujer, ¿por qué no la creó de una vez, sino que creó a los animales?
La respuesta es que Dios tiene un doble propósito en este orden. En primer lugar, sirve para demostrar el rol de autoridad que Dios dio al hombre. Toda la narrativa de Genesis 2 está organizada en orden cronológico con el propósito de enfatizar el punto teológico de Moisés en Génesis. Dios creó al hombre primero, y al hombre, refiriéndonos a Adán, Dios dio autoridad para ejercer su liderazgo sobre su creación, al hombre es a quien Dios dio la prohibición. En Genesis 1:28 vemos la bendición sobre ambos, la responsabilidad sobre ambos, pero solo vemos que Dios dio la prohibición a Adán, porque parte del liderazgo amoroso que Adán debía ejercer era guiar a su esposa e hijos en la obediencia a Dios. Adán era quien debía enseñar a su familia lo que Dios había dicho.
Pero no solo esto, sino que también Dios le delegó a Adán la autoridad para nombrar.
Preste atención a lo que dice el texto en la parte final de Genesis 2:19 “Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Dios trajo los animales a Adán para que les pusiese nombre, y al hacerlo, le estaba dando la oportunidad de ejercer la autoridad que le había delegado en Genesis 1:28 “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” Una manera de señorear es poner nombre a aquello sobre lo que se señorea.
La autoridad para nombras las cosas era solo de Dios hasta ese punto, en Genesis 1, vemos a Dios ejerciendo su autoridad de esta manera:
Genesis 1:5 “Y llamó Dios a la luz día...”.
Genesis 1:8 “Y llamó Dios a la expansión cielos”.
Genesis 1:10 “Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares”.
Pero Dios, según propósito con el que creó a Adán, para que reinara sobre la creación ahora le da la oportunidad para ejercer esa función para la cual lo había llamado. Lo había llamado para reinar, para ejercer su autoridad, para gobernar en nombre de Dios, y eso es lo que Dios hace ahora, le da esa oportunidad de ejercer esa función. Y todo aquello que se nombra es sobre lo que la autoridad es ejercida. Dios puso nombre a su creación porque Dios tiene autoridad sobre su creación.
Adán pone nombre a los animales porque tiene autoridad sobre los animales.
El rol de liderazgo, de cabeza y de autoridad es dado al hombre. Esta es una autoridad que debía ser usada para bendecir, para proveer, para hacer crecer dentro de los límites seguros que provee la obediencia a Dios, para edificar, para desarrollar, para animar tanto a su esposa como a sus descendientes. Es una autoridad que debe ser ejercida de la misma manera que Dios la ejerce.
En últimas instancia, aquellos que estamos en una posición de autoridad, realmente somos mayordomos de aquello que pertenece a Dios. Esto aplica a todo hombre en su rol de esposo y padre, y también a todo pastor a quien se le ha encargado la tarea de cuidar de la iglesia, quien como veremos más adelante, es la esposa de Cristo.
Aquel que está en autoridad debe tener muy presente que aquellos sobre quienes ejerce autoridad no son suyos, sino de Dios. La creación nunca le perteneció a Adán, sino que siempre fue de Dios, y Adán fue encargado de cuidarlo.
Cuando lleguemos al capítulo 3, después de la caída, aunque fue la mujer la que pecó primero, Dios a quien llamó fue a Adán porque él tenía la responsabilidad de ejercer su autoridad para proteger y guiar a su familia en la obediencia a Dios. Podemos entender mejor el rol de autoridad cuando lo entendemos por medio de la mayordomía. Los hombres somos mayordomos de nuestras esposas e hijos. El mayordomo ejerce su autoridad y liderazgo para mantener el buen funcionamiento de los bienes de su Señor. En nuestro caso es igual, Dios ha dado una autoridad al hombre para que desarrolle el reino de Dios en esta tierra, primeramente en la familia, y en segundo lugar en la iglesia.
Amados hermanos, aceptemos el liderazgo que Dios nos ha llamado a ejercer. No podemos glorificar a Dios si somos negligentes en llevar a cabo la tarea que Dios nos ha encomendado.
Una de las cosas más triste que uno puede ver en un hogar cristiano, es un hombre negligente que no ejerce su rol. Generalmente, en las igleisas, quienes suelen tener un mayor interés en los asuntos espirituales son las mujeres, quienes dedican más tiempo al discipulado de los hijos son las mujeres, quienes ejercen autoridad en el hogar por medio de la corrección de los hijos son las mujeres, quienes tienen que toman el tiempo para orar y tomar decisiones son las mujeres. Y a veces, en muchos casos, quienes proveen para el hogar son las mujeres.
Hermanos, aceptemos el liderazgo que Dios nos ha dado. Ejerzamos la autoridad que Dios nos ha delegado, y usemos esa autoridad para bendecir y edificar, en vez de para hacer tropezar a quienes Dios ha puesto a nuestro cuidado.
Ahora bien, se que es posible que algunos de nosotros nos sintamos inseguros, inadecuados, quizás sea la ignorancia, el no saber cómo liderar lo que evite que ejerzamos nuestro rol, puede que nunca hayamos tenido un buen ejemplo de como debe liderar un hombre pero esto tampoco es razón para que no asumamos nuestro rol. Puede que luchemos con el temor, o incluso, con la apatía para liderar. Pero, hermanos, de la misma manera que Dios llamó a Adán tras la caída a pedirle cuentas, asimismo llamará a cada hombre, a cada marido, a cada padre para pedirnos cuenta sobre cómo hemos desempeñado ese rol. Tendremos que dar cuenta a Dios de cómo hemos guiado a nuestras familias. Por eso, tenemos autoridad.
Para poder cumplir con el diseño divino que observamos desde la creación en Génesis, y que es reafirmado a lo largo de toda la Escritura, debemos aprender a cumplir nuestro rol. Algunas aplicaciones prácticas para esto son:
Obten un concepto bíblico del liderazgo: la sociedad experimenta una gran crisis de liderazgo, y es muy difícil crecer con un buen concepto de liderazgo. Muchas veces vemos el autoritarismo, o la negligencia. Debemos ser responsables en profundizar en la Biblia para entender cómo debemos llevar a cabo nuestro rol.
Busca buenos ejemplos de liderazgo: Conectado con lo anterior, si queremos conocer cómo debemos liderar, debemos entonces buscar a otros hombres maduros que puedan enseñarnos en la práctica como se desempeña ese rol. La igleisa local debería ser una escuela de formación de lidéres en el que los hombres sean enseñados y discipulados para ser esposos, padres y siervos que ejerzan su liderazgo para la gloria de Dios. Busca buenos ejemplos en tu iglesia.
Provee y guía a tu familia en tus finanzas: En este punto, creo que la gran mayoría tiene clara la responsabilidad masculina de proveer para el hogar. El hombre es quien tiene la responsabilidad de trabajar para proveer para los de su casa. Sin embargo, creo que hay una debilidad, no solo en nosotros como iglesia, sino en general en el pueblo de Dios. El hombre no solo debe proveer sino que debe guiar a su familia en el manejo de las finanzas. Debemos planificar y ejercer autoridad siendo buenos mayordomos de las posesiones que tenemos a nuestro cargo. Es responsabilidad del hombre pensar en el futuro e intentar, en la medida de sus posibilidades, garantizar una estabilidad futura para la familia. Confiando siempre en la soberanía de Dios, claro está.
Guía a tu familia en la toma de decisiones: Con nuestro pastor Peter estamos aprendiendo a cómo tomar decisiones sabias y que glorifiquen a Dios en al escuela dominical, me pregunto cuántos de nosotros necesitamos atender a esa clase. Yo el primero, solo he estado en una, y debería asistir más para seguir aprendiendo a como guiar a mi familia. Es triste ver hombres que toman decisiones solo porque la esposa quiere hacer eso, o porque sino, la esposa se molesta. En vez de en oración, planificar, pensar y guiar a la familia en la toma de las decisiones. Fíjese que no he dicho decide solo, porque eso no es bíblico, el hombre debe guiar la toma de decisiones, no decidir solo. La mujer también participa y aporta, pero esto debe ser guiado por el esposo.
Enseña y guía a tu familia en el camino del Señor: La iniciativa de buscar al Señor en la familia no debe ser de la mujer. Aquel que debe estar más interesado en tener tiempos de oración, tiempos de lectura, tiempos de conversación espiritual no debe ser la esposa, sino el marido. El hombre es quien debe discipular a la mujer. Ahora bien, no quiere decir esto que la mujer no pueda discipular a su marido, hablaremos de eso en unos minutos, pero la iniciativa, la enseñanza y la corrección deben comenzar en el marido. Haz de tu discipulado a tu esposa una prioridad. Si tiens hijos, hazlo también.
Guía y se ejemplo a tu familia en tu servicio a la iglesia: Debo dar gracias a Dios, porque en esta iglesia he visto una excepción. En muchas iglesias las mujeres son las que toman el liderazgo en respuesta a la apatía masculina. No estoy justificando el pastorado femenino, ni mucho menos, pero entiendo que la apatía de los hombres pueda llevar a algunas esposas a la frustración. El hombre debe ser un ejemplo en el servicio a Dios dentro dentro de la iglesia. El hombre debe ser el primero en alistarse y guiar a su familia para estar a tiempo los domingos.
Y mis hermanos solteros, no escapan de esta exhortación. Cuando Dios dio a Adán la autoridad y responsabilidad en el Edén, Adán todavía era soltero. Eso no era una excusa para no llevar a cabo el rol masculino que Dios le dio, y tampoco es una excusa para ti. Antes de aprender a guiar a tu familia, debes aprender a guiarte a ti mismo según la Palabra de Dios. Quizás no tengas esposa con quien puedas tener un tiempo de oración, pero si tú solo no estás siendo disciplinado en tus devoción a Dios, tampoco lo serás cuando te cases. El momento de madurar, prepararnos y crecer en el rol que Dios nos ha dado es ahora, no cuando estés casado.
Así que, amados hermanos, asumamos el liderazgo y la autoridad que Dios nos ha encomendado.

CREACION DE LA AYUDA IDONEA - Genesis 2:18, 21-23

Ahora bien, esta autoridad que el hombre es llamado a ejercer, es una autoridad que no puede ejercer solo. El hombre necesita una ayuda para poder llevar a cabo su autoridad como parte del diseño de Dios. Es aquí cuando vemos el segundo propósito de la creación de los animales antes de la creación de la mujer. El primer propósito era enfatizar el rol de autoridad dado al hombre, pero el segundo propósito era demostrar a Adán que necesita ayuda. Volviendo al versiculo 20 leemos lo siguiente:
Genesis 2:20 “Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.”
Después de completar la tarea que Dios le había mandado, Adán mismo pudo darse cuenta de lo que necesitaba. Adán vio la creación, vio los animales, vio todo lo que Dios había hecho, y se dio cuenta que no había una ayuda idónea para él. Adán tenía que entender su soledad para poder apreciar mucho más el regalo de Dios cuando le entrega a su esposa. Saben ese famoso dicho que dice “nadie aprecia lo que tiene hasta que lo pierde”, pues a Adán le pasó lo mismo pero al revés, “estaba claro que estaba perdido, y Dios le dio algo muy preciado”.
Ahora bien, muchos erradamente ven en el término ayuda idónea una muestra de como se menosprecia a la mujer. Pero nada es más lejos de la realidad. Más que revelar una categoría inferior en la mujer, demuestra la necesidad de Adán. Esto demuestra que el hombre necesita a la mujer. Contrario a ser un mensaje que minimiza a la mujer, por el contrario, la honra aún más porque el hombre en el paraíso, con una perfecta relación con su Creador y con todo los posibles deleites buenos y santos que Dios le había dado, aún seguía incompleto.
De ahi, la expresión ayuda idónea. De hecho, la mujer refleja la imagen de Dios en que provee ayuda o asistencia al hombre. Dios es aquel que es llamado nuestro ayudador. La misma Palabra para describir a Dios como ayudador en Hebreo, es ezer (עזר), y es usada en muchas partes de la Escritura para referirse a Dios como nuestro ayudador. El nombre Eliezer, de hecho, significa Dios me ha ayudado, Eli proviene de Elohim, y Ezer, de ayudador.
De modo que, en su rol de ayuda idónea, la mujer, ayuda al hombre a cubrir sus debilidades por medio de las fortalezas de ella, y a potenciar las fortalezas del marido. Ella complementa lo que a él le falta, y viceversa. Ayuda idónea significa que ella es una ayuda adecuada o apta para el hombre. Está hecha a medida del hombre para complementar lo que a él le falta. Como dos piezas de rompecabeza, encajan a la perfección para mostrar la imagen del Dios trino. Ahora bien, debido a que hay mucha confusión sobre este tema, es importante mencionar lo que no significa ser ayuda idónea:
Ayuda idonea NO SIGNIFICA QUE:
La mujer no pueda trabajar fuera del hogar. En Proverbios 31 vemos a una mujer diligente que trabajar, que es esforzada y que glorifica a Dios por medio de su trabajo.
No significa que la mujer no pueda estar en desacuerdo con su marido o que ella no pueda tener una perspectiva diferente. De hecho, está llamada a dar su consejo sabio con humildad (Proverbios 31:26).
No quiere decir que la esposa no pueda ayudar a su marido a ver sus errores o sus pecados y sabiamente ayudarlo a crecer en santidad (Galatas 6:1)
No significa que ella es inferior a su esposo, ambos son portadores de la imagen de Dios (Genesis 1:26-27).
No significa que las mujeres no pueda estudiar ni enseñar la Biblia, la mujer pude enseñar la Biblia en los espacios que la misma Palabra de Dios le permite hacerlo. Debe enseñar, en primer lugar, en el hogar a los hijos ayudando a su marido. En segundo lugar, debe enseñar a otras mujeres jóvenes a como vivir la vida cristiana.
AYUDA IDONEA ES:
Que la mujer vive orientada hacia su marido para asistirlo en toda la tarea y responsabilidad que Dios le ha dado. Ella viene al lado del hombre y junto a él ayudándole en su labor como líder y cabeza de ella, juntos gobiernan sobre la creación. Es importante recordar que la tarea de sojuzgar la tierra fue dada a ambos, pero la expresión de esa responsabilidad de gobernas es diferente en cada rol. En el caso del hombre ejerciendo autoridad y liderazgo, y en el caso de la mujer activamente ayudando a su marido a cumplir su función, esto puede verse de muchas maneras:
En primer lugar, la mujer voluntariamente, y quiero repetir esta frase, voluntariamente, decide someterse al liderazgo de un hombre caído e imperfecto, y decide confiar en él con todas sus fortalezas y debilidades.
En segundo lugar, ayudando a su marido con consejos sabios para tomar decisiones.
En tercer lugar, poniendo al servicio sus habilidades. Hay mujeres que son más hábiles que los hombres en algunas áreas. La mujer no debe dejar todo el trabajo al hombre sino que ella está llamada también a actuar. No debe ser una mujer perezosa sino una mujer esforzada. Un hombre que tenga que cargar con su mujer para que ella haga algo, créame que no se siente ayudado. Debe tener buena disposición para servir en las áreas que haga falta para complementar a su esposo o ayudarlo a enfocarse en otras tareas de mayor responsabilidad.
Orando por su esposo para que Dios le de sabiduría y fortaleza para cumplir su llamado. Solo Dios tiene el poder de hacer cambiar al hombre, y de darle lo que necesita. La tarea de la mujer es orar por su esposo para que Dios lo guíe.
En muchas ocasiones, trabajando también para proveer económicamente en el hogar. Muchas veces, sobre todo en estos contextos, los hombres por muy diligentes y esforzados que sean no consiguen proveer para todas las necesidades del hogar, la mujer puede ayudar a su marido para satisfacer las necesidades de la familia, sin descuidar su principal rol que es estar orientada hacia su esposo.
Animando y motivando a su esposo. Muchas veces las actitudes de las mujeres desanima al marido más de lo que lo animan. Algunas mujeres ven los fallos en sus maridos y recriminan más de lo que exhortan y animan. Mujeres, con sus palabras pueden ayudar mucho a sus esposos. Sean sabias.
Teniendo un carácter piadoso. Esto aplica incluso para las hermanas que están casadas con maridos no cristianos. En 1 Pedro 3:1 “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas,”. A pesar de que no sea creyente, el hombre sigue siendo cabeza de la mujer. El hombre sigue siendo a quien Dios le pedirá cuenta del hogar, y la mujer debe comportarse de una manera tal que el marido, aunque no sea creyente, se sienta apoyado, ayudano y animado. Dios puede usar tu testimonio para salvar a tu esposo.

EL PRIMER MATRIMONIO - Genesis 2:22-25

En este sentido, amados hermanos y hermanas, vemos como la Biblia enseña que el hombre y la mujer fueron creados para estar en una relación complementaria el uno con el otro. Tan fuerte es la complomentariedad entre el hombre y la mujer, que se puede observar incluso en la forma en que Dios creó a la mujer. Dios fácilmente pudo haberla creado del barro, al igual que el hombre, sin embargo, Dios la toma del hombre, Dios la crea a partir del hombre.
Adán al verla claramente reconoció la estrecha relación entre él y su nueva esposa.
Genesis 2:23 “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” . En el idioma original se puede observar mucho mejor esta correlación. Dios trae a la mujer delante del hombre. De la misma forma que lo hizo con los animales para que Adán les pusiera nombre, así también presenta ahora a alguien muy superior a los animales, alguien que era igual a Adán. Y de ahí el nombra que da a la mujer. La llama varona.
En el Hebreo, se ve Al inicio del capitulo se nos muestra al hombre en relación con su tarea de labrar la tierra, por eso se le llama Adam, que proviene de la palabra hebrea Adama que significa tierra. Sin embargo, la palabra que usa el mismo Adán es diferente. Adán llama a su mujer isha, y se llama a si mismo ish.
Vemos un cambio en el enfoque. Genesis 2:1-17 nos muestra el hombre en relación a su responsabilidad, mientras que la segunda parte nos muestra al hombre en relación a su mujer.
Esta unión es una unión que nos apunta al evangelio.
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