En un mismo Sentir

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Introducción: Hay experiencias en la vida de la Iglesia que no podemos olvidar, porque quedaron grabados en nuestra mente, en nuestro corazón. Son historias de cómo comenzamos, de nuestras primeras luchas, nuestras primeras victorias. Estuvieron llenas de la presencia de Dios, actuando, dirigiéndonos, sosteniéndonos, fortaleciéndonos, Pero también con una característica especial: Un solo sentir, vida en comunión. No importaba cuantos eramos (cabíamos todos en un Ford f150), donde estábamos (la ladera de un cerro y una quebrada de agua turbia), como estábamos (mas zancudos que creyentes) lo importante era que todos sentíamos lo mismo, nos gozábamos, orábamos por ser mas, por tener un templo, servíamos sin esperar ordenes, confiábamos en la provisión de Dios para todo, entregados para hacer de esta una Iglesia para Gloria de Dios. Hoy queremos volver a sentir lo mismo,porque la Palabra de Dios nos lo demanda. Quiero compartir contigo tres pasajes del Libro de Filipenses acerca de esto, que Pablo también quería ver en la Iglesia de Dios.
1. Un Asunto de Dignidad Cristiana
Filipenses 1:1–7 RVR60
1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos: 2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 3 Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, 4 siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, 5 por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; 6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; 7 como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.
Filipenses 1:27–30 RVR60
27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, 28 y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para vosotros de salvación; y esto de Dios. 29 Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, 30 teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí.
El creyente es dotado al momento de entregar su vida a Cristo de una plena comunión con Dios, con Jesucristo y El Espíritu Santo. Pero también de una plena participación con sus hermanos la cual debe ir creciendo conforme crece su vida cristiana.
Asi que el primer llamado del apóstol es a mantener, cuidar ese regalo que Dios nos ha dado: una familia, un cuerpo en el cual estamos integrados el cual también va siendo perfeccionado por su poder.
El segundo llamado tiene que ver con nuestra dignidad cristiana, esa dignidad esta en la manera como nosotros podemos comportarnos en un mismo espíritu—el fruto de la participación del Espíritu Santo (Eph_4:3-4). unánimes—el griego: “en una misma alma”. Nuestra conducta en relación a como podemos manejar la esfera de nuestros afectos; subordinada al “Espíritu”, la naturaleza superior y celestial del hombre. “A veces hay antipatías naturales entre creyentes; pero éstas son vencidas cuando hay no sólo unidad de espíritu, sino también de alma” [Bengel].
2. Un asunto de disposición Mental
Php 2:1 Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, 2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.
El significado literal de la expresión sintiendo lo mismo es “que seáis todos de la misma mente”; más comúnmente que “de una mente”. Pero esa disposición mental debe trascender del intelecto al corazón, de las mismas emociones a la participación en común de todas las cosas.
Tteniendo el mismo amor—igualmente dispuestos a amar y a ser amados. sintiendo una misma cosa—lit., “siendo de almas unidas”, armoniosos. Esto forma un par con la frase que sigue: “que sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor”.
El ejemplo supremo es el de nuestro Señor Jesucristo que nos dio el ejemplo de una total disposición a vivir bajo la voluntad de Dios y no la suya propia, ha humillarse y obedecer a su Padre celestial.
3. Un asunto de Madurez
Filipenses 3:15 RVR60
15 Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.
Entendamos que este un llamado para una clase especial de cristianos, los cristianos maduros (Telios). Aquellos que por su trabajo, crecimiento, espiritualidad han alcanzado perfección, excelencia o calidad de vida cristiana madura.
Aquellos que por esa calidad de vida están dispuestos a obedecer, a ceder, a someterse a la regla o norma de vivir en un mismo sentir.
4. Un Asunto muy personal
Filipenses 4.2
Una de los notas características de esta carta es la manera muy personal de tratar los problemas de la Iglesia, y aquí encontramos uno muy especial.
Habiendo tratado en términos generales de las divisiones y el espíritu partidista en la iglesia (2:1–5), Pablo sentía que ahora debe tratar específicamente una disputa que estaba comprometiendo seriamente sus vidas. No sabemos nada más acerca de Evodia y Síntique, pero Pablo se refiere a ellas en términos muy cálidos, como hermanas que lucharon junto conmigo en el evangelio, mujeres que habían tenido de veras un ministerio. Sin embargo, él tuvo que suplicarles: que se pongan de acuerdo en el Señor, y pedir a uno de sus colegas fieles (sin nombre, a menos que leyéramos fiel compañero como nombre propio, del gr. Syzgus, séc igo, ver la nota de la RVARVA Reina-Valera Actualizada) que las ayudara a reconciliarse una con la otra. Cuando Pablo critica, busca también afirmar y encomendar. Menciona a Clemente específicamente, pero reconoce a todos sus consiervos, y lo más grande que pueda decir de ellos es que sus nombres están escritos en el libro de la vida. En relación con este “libro de la vida”, cf.cf. Confer (lat.), compare Exo. 32:32; Sal. 69:28; Dan. 12:1 y Apoc. 21:27, y recuerda las palabras del Señor Jesús cuando enseñó a sus discípulos a no regocijarse en los logros en su servicio, sino en la gracia de Dios que posibilitó que sus nombres estén “escritos en los cielos”.
Para poder alcanzar esa característica vital de la Iglesia: Estar en un mismo sentir. Es necesario ir a un plano muy personal y resolver todos aquellos conflictos personales que se dan en el seno de la Iglesia. Porque muy a pesar de nuestro buen servicio en el Señor, muy a menudo desfallecemos a consecuencias de las luchas interpersonales.
Se necesita entonces de creyentes fieles que estén dispuestos a resolver sus diferencias, que ayuden a resolver las diferencias de otros y considerar como lo mas importante no regocijarse en sus propios logros sino en el hecho de estar inscritos en el libro de la vida.
CONCLUSION. ¿Estas dispuesto a tomar con seriedad estos cuatro asuntos? Un hermano compartía este testimonio después de un tiempo de ayuno: he experimentado un giro en mi vida cristiana. ¿Estas dispuesto ha decirle a Jesús esta noche: Has un cambio radical en mi vida de manera que pueda experimentar el mismo sentir de mis hermanos?