La invitación del creador

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Introducción

¿Alguna vez escuchaste hablar de Job y de su historia?
Por lo general, cuando escuchamos mensajes acerca de Job, estos se concentran en dos breves secciones al principio y al final del libro de 42 capítulos.
Por un lado, a algunos predicadores del sufrimiento les encanta enfatizar la emblemática confesión de fe de Job 1:21-22
Job 1:21–22 NVI
Entonces dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios.
Por otro lado, nuestros amigos a quienes les gusta hablar sobre prosperidad y bendición, prefieren enfocarse en el final del libro. Particularmente en el pasaje que se halla en Job 42:12-16
Job 42:12–16 NVI
El Señor bendijo más los últimos años de Job que los primeros, pues llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. Tuvo también catorce hijos y tres hijas. A la primera de ellas le puso por nombre Paloma, a la segunda la llamó Canela, y a la tercera, Linda. No había en todo el país mujeres tan bellas como las hijas de Job. Su padre les dejó una herencia, lo mismo que a sus hermanos. Después de estos sucesos Job vivió ciento cuarenta años. Llegó a ver a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.
Si nos enfocamos estrictamente en estos dos pasajes, parecería que la historia de Job es como un cuento de hadas o una película de Disney.
El protagonista empieza feliz.
Es atacado por fuerzas que lo superan.
Vence la prueba por su entereza de carácter.
Todos viven felices para siempre.
Pero, la realidad es que la historia de Job es bastante más compleja y profunda que esta simple caricatura a la que muchas veces la hemos reducido.

Job, un ser humano como nosotros

Un ejercicio muy importante para entender el relato Bíblico es leer el libro completo. En otras palabras, si realmente quieres entender la historia de Job, no basta con leer la introducción y la conclusión; debes leer la épica completa. Sí, los 42 capítulos.
No te asustes, no los vamos a leer hoy. Pero, te los voy a resumir de la siguiente manera:
Job comienza a ser probado.
Al principio está fuerte y su fe parece inquebrantable. Ya hemos leído el pasaje conocido del capítulo 1.
Sus amigos vienen a consolarlo.
Pero, a medida que las calamidades van en aumento, el temperamento de Job comienza a florecer y su fe comienza a tambalear. Al mismo tiempo, el consuelo de sus amigos se va convirtiendo en una especie de juicio.
En el capítulo 16, Job reclama que Dios lo esta castigando y atormentando.
En el capítulo 24, Job reclama sobre la injusticia del mundo y la libertad que tienen los que hacen el mal.
Los capítulo 29-31 son el último gran discurso o reclamo de Job. Aquí, su humanidad sale a flote, un espiral de emociones envuelven estos capítulos, donde Job termina por desafiar a Dios.
En medio de todo esto, sus amigos se vuelven cada vez más duros e indolentes.
Una cosa es muy cierta a pesar de todas sus calamidades e interrogantes, Job jamás blasfema contra Dios.

Job presenta un desafío a Dios

Dos hermosos párrafos resumen muy bien el estado emocional y espiritual de Job hacia el final del libro.
Primeramente, en Job 30:20-23 hallamos una ventana hacia la completa desesperanza en la que Job se hallaba. Luego de recordar la gloria de sus días pasados y de describir la miseria de su situación actual, Job procede a afirmar:
Job 30:20–23 NVI
»A ti clamo, oh Dios, pero no me respondes; me hago presente, pero tú apenas me miras. Implacable, te vuelves contra mí; con el poder de tu brazo me atacas. Me arrebatas, me lanzas al viento; me arrojas al ojo de la tormenta. Sé muy bien que me harás bajar al sepulcro, a la morada final de todos los vivientes.
Nota la desesperanza de Job. Él está buscando a Dios en todas partes, pero no siente que lo halla. En este punto, Joba ya está seguro de que irá al sepulcro sin ser jamás restaurado o recibir respuesta alguna.
Luego, en el capítulo siguiente, Job procede a justificar su vida delante de Dios. Job comienza a describir su vida y a explicar cómo es que él se esforzó por vivir en santidad y por hacer siempre lo justo y lo bueno delante de Dios.
Entonce, casi al finalizar su último discurso, hallamos el gran desafío de Job a Dios: Job 31:35-37
Job 31:35–37 NVI
»¡Cómo quisiera que Dios me escuchara! Estampo aquí mi firma; que me responda el Todopoderoso. Si él quiere contender conmigo, que lo haga por escrito. Llevaré esa acusación sobre mis hombros; me la pondré como diadema. Compareceré ante él con dignidad, y le daré cuenta de cada uno de mis pasos.
Con estas palabras, Job termina de presentar su caso delante de Dios.
Por favor, no dejes pasar la profundidad del espiral emocional y espiritual que se presenta en este hermoso poema épico llamado Job.
Al principio, cuando las calamidades comienzan, Job se muestra fuerte y decidido. Y sus amigos lo apoyan.
Luego, cuando las calamidades van en aumento, Job maldice su vida y comienza a lamentarse. El apoyo de sus amigos comienza a disminuir y se empieza a tornar en exhortación.
El drama continúa, las calamidades aumentan y ahora Job comienza a reclamar a Dios ante las injusticias del mundo. Sus amigos pasan de exhortación a juicio.
Finalmente, Job está totalmente abatido, decide desafiar a Dios y demostrar que lo que le está sucediendo es absolutamente injusto. Dios debe estar equivocado. Sus amigos ya no responden, aparece un nuevo personaje, Eliú, una especie de predicador que introduce un preludio antes del gran epílogo del libro.

Dios entra en escena

Después de todo este drama épico, esperarías que Dios entre en escena como una especie de super héroe que llega a rescatar el día.
Nuestra mente moderna espera que llegue un Dios cargado de respuestas y consuelos para Job.
Pero el Dios de nuestra imaginación post-moderna y romántica muchas veces se halla tremendamente lejos del Dios soberano y todopoderoso que gobierna sobre la creación entera.

¿Cómo responde Dios al desafío de Job?

Dios responde llevando a Job a un juicio cósmico que comienza con las icónicas palabras de Job38:2-3
Job 38:2–3 NVI
«¿Quién es éste, que oscurece mi consejo con palabras carentes de sentido? Prepárate a hacerme frente; yo voy a interrogarte, y tú me responderás.
En otras palabras, Dios le está diciendo a Job lo siguiente:
¿Quieres entrar en debate conmigo? Ok, aquí vamos...
Inmediatamente, Dios procede a un interrogatorio de cuatro capítulos que se resumen básicamente en lo siguiente:
Dios le dice a Job: Si quieres que te de explicaciones de mis decisiones, primero dime si tú puedes explicarme a mí la realidad en la que vives, de la cual yo soy el creador.
Dios le muestra a Job una partecita de su poder. Le muestra la creación, la cuál él formó con el simple poder de su palabra, y la cual el gobierna con el designio de su voluntad.

La respuesta de Job

Ante la magnificencia de Dios, ante este encuentro con la inconmensurable grandeza del Dios creador, todas las preocupaciones y problemas de Job palidecen.
Es ahí que encontramos, una vez más, otra de las grandes declaraciones de Job:
Job 42:1–6 NVI
Job respondió entonces al Señor. Le dijo: «Yo sé bien que tú lo puedes todo, que no es posible frustrar ninguno de tus planes. “¿Quién es éste—has preguntado—, que sin conocimiento oscurece mi consejo?” Reconozco que he hablado de cosas que no alcanzo a comprender, de cosas demasiado maravillosas que me son desconocidas. »“Dijiste: Ahora escúchame, yo voy a hablar; yo te cuestionaré, y tú me responderás.” De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos. Por tanto, me retracto de lo que he dicho, y me arrepiento en polvo y ceniza.»
¡Estas son, tal vez, algunas de las más hermosas palabras jamás pronunciadas por un ser humano en toda la historia de la humanidad!
No las dejes pasar por alto, medita en ellas un minuto.
¿Qué había descubierto Job?
¿Qué fue aquello que lo transformó por completo?
Por favor, no caigas en el clásico error de introducir tus preconceptos al relato, permite que sea el relato el que informa tus pensamientos.
Dios no respondió las preguntas de Job, hizo algo mucho mejor, dejó que Job lo conociera íntimamente a Él. Y fue allí, en ese conocer a Dios, donde Job halló la verdadera paz.

La invitación del creador: la verdadera restauración

Sabes, muchas veces nos enfocamos en los últimos versículos que hablan de la restauración material de Job.
Pero, quisiera preguntarte, ¿es posible estar realmente satisfecho simplemente con reponer una cosa con la otra? Aún más ¿es posible realmente reemplazar a una persona por otra?
Tal vez podría argumentarse que hasta cierto punto la restauración material de Job es satisfactoria, él recibió muchas más riquezas de las que perdió.
Pero:
El tiempo que perdió en sufrimiento no regresará.
Sus heridas físicas dejarían cicatrices que permanecerían con él para siempre.
Y ¿qué de sus heridas emocionales?
¿Es fácil perdonar la dureza de sus amigos y la indiferencia de su esposa?
¿Es suficiente tener más hijos para reemplazar a los que se perdieron? Cualquier padre o madre te dirá enfáticamente que no.
¡No! La verdadera restauración de Job, y de hecho el punto central de toda esta épica tienen poco que ver con la reposición de la pérdida material de Job, más bien, tienen todo que ver con el encuentro sobrenatural entre Job y su creador.
La historia de Job es la historia de un ser humano que lo tenía todo y que argumentaba tener la habilidad de justificarse ante Dios por sus buenas obras. Un ser humano que tuvo la oportunidad de encontrarse cara a cara con Dios y presentar su argumento. Y, tras hacerlo, descubrir que ante la grandeza de Dios, todo argumento, bondad y justificación se quedan cortos.
La historia de Job es la historia de una invitación de Dios a la humanidad, a encontrarnos con Él en la intimidad, a conocerle a Él, y en ese conocer a descubrir nuestra paz y tranquilidad. No en la respuesta a nuestras interrogantes, sino en la grandeza de Su identidad que nos da paz.
Esta es la misma invitación que miles de años después Dios encarnado reiteraría a todo aquel que acepte la invitación a seguirlo. Mateo 11:25-30
Matthew 11:25–30 NVI
En aquel tiempo Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad. »Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo. »Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.»
Hoy te ruego, no te vayas de este lugar sin aceptar esta invitación de tu creador...
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