Sermon Tone Analysis

Overall tone of the sermon

This automated analysis scores the text on the likely presence of emotional, language, and social tones. There are no right or wrong scores; this is just an indication of tones readers or listeners may pick up from the text.
A score of 0.5 or higher indicates the tone is likely present.
Emotion Tone
Anger
0.07UNLIKELY
Disgust
0.09UNLIKELY
Fear
0.1UNLIKELY
Joy
0.26UNLIKELY
Sadness
0.19UNLIKELY
Language Tone
Analytical
0UNLIKELY
Confident
0UNLIKELY
Tentative
0UNLIKELY
Social Tone
Openness
0.11UNLIKELY
Conscientiousness
0.14UNLIKELY
Extraversion
0.49UNLIKELY
Agreeableness
0.6LIKELY
Emotional Range
0.11UNLIKELY

Tone of specific sentences

Tones
Emotion
Anger
Disgust
Fear
Joy
Sadness
Language
Analytical
Confident
Tentative
Social Tendencies
Openness
Conscientiousness
Extraversion
Agreeableness
Emotional Range
Anger
< .5
.5 - .6
.6 - .7
.7 - .8
.8 - .9
> .9
María fue elegida como Madre de Dios
María nació sin pecado en vistas de su misión como Madre de Dios.
Dios la preservó del pecado para llevar en su vientre a Dios mismo quien se encarnó por amor a nosotros.
Si en María no hay pecado, significa que en ella no están presentes sus consecuencias.
Por el pecado entró la muerte y el dolor al mundo.
Por el pecado se rompió la relación íntima con Dios.
Por tanto, en María no habría una muerte como la nuestra, no habría dolor y su relación con Dios debería ser por naturaleza profunda y cercana.
En Ella habitaba la presencia misma de Dios.
Esta mujer de Nazaret nació con un gran privilegio y una gran misión.
Una mujer que creció en la sencillez de la vida del campo formando un corazón servicial y lleno de amor.
Cuando llegó el día en que Dios le reveló su misión, no le prometió que sería reina o madre de toda la humanidad.
Le reveló que sería la madre del mesías y ella aceptó no por el honor de ser la madre del salvador de Israel sino por el amor que existía entre ella y Dios.
Dios hizo grandes cosas en su corazón porque en ella habitaba la plenitud de la gracia de Dios.
Ella es la “plena de gracia” como rezamos cada día.
Ella dijo “sí” porque se sentía tan amada por Dios que quería corresponder a tantas gracias que ella había recibido.
No fue fácil para ella ser la madre de Jesús.
Dios no le dio explicaciones ni le advirtió las dificultades que vendrían.
Ella se abandonó y confió en Él.
María vivió la preocupación de ser rechazada por José frente a su embarazo; vivió la angustia de no encontrar alojamiento en Belén pudiendo ofrecer únicamente un pesebre como cuna para su hijo; vivió la persecución de Herodes teniendo que escapar a Egipto, lejos de su casa y su familia; le fue predicho que una espada atravesaría su corazón sin saber cuándo o cómo sucedería; vivió la angustia de perder a su hijo durante 3 días; vio morir a su esposo quedando sola con Jesús; vio partir a su hijo y vivió su pasión y muerte en primera persona.
María es elevada a los cielos
María, como mujer de oración, meditaba todo en su corazón.
Todo lo que vivió lo hablaba con Dios y hoy la encontramos al final de su vida terrena.
Después de su presencia en la tierra, hoy la encontramos en el cielo desde donde nos cuida.
Ella no sufrió la muerte como la conocemos.
Dios ha preservado su cuerpo y está junto a Dios en el cielo, en cuerpo y alma.
Ella es el ejemplo de la realidad que nos espera.
En María y en Jesús encontramos la plenitud de la humanidad.
Dos corazones que aman y continuamente están velando por nosotros y por nuestras necesidades.
Nosotros estaremos un día en cuerpo y alma junto a Dios, junto a ella, junto a Jesús y junto a nuestros seres queridos.
Este día nos invita a soñar con el día en que compartiremos junto con toda la Iglesia celeste la vida eterna.
Una vida sin fin, una vida sin preocupaciones, angustias o tristezas.
Será una vida en el amor de Dios.
Este día nos invita a no desfallecer frente a nuestros problemas terrenos porque hay una madre que nos cuida, que nos acompaña y que nos espera.
Este mundo es bello porque lo vivimos en Cristo y bajo la protección de la Virgen María y los santos.
Ella nos muestra que el mal y la oscuridad no tienen la última palabra.
La oscuridad es temporal, no dura para siempre.
Es necesario luchar y confiar en la mano materna de María y en el poder de Jesús y del Espíritu Santo.
Recordemos que todo es posible para Dios.
El pecado y la muerte no han podido frenar la obra de Dios.
Él lo puede todo.
María sigue cuidándonos
María, como nuestra madre, sigue cuidándonos.
Con la misma actitud de servicio con la que corrió al encuentro de su prima está atenta a venir en nuestro auxilio.
Ella es una mujer observadora quien percibe las necesidades de los demás.
Ella ve la necesidad de los novios en Caná y acompaña a los apóstoles frente a la pérdida de Jeús cuando sienten miedo y soledad.
María sabe lo que necesitamos.
Ella aún hoy, sigue presente con su mirada maternal.
Ella sigue actuando porque es Madre.
Cristo en la cruz, le confío en la persona de Juan a toda la Iglesia.
Durante los siglos, Ella sigue manifestando su presencia y compañía.
Dios quiere hacer cosas grandes en mí
Dios piensa en nosotros cada día.
Él tiene un plan maravilloso para nuestra vida.
Es verdad que no podemos saber con certeza nuestro futuro pero cuando escuchamos la oración que María recita, nos damos cuenta de que Dios hace maravillas en nosotros.
Dios vive en nosotros y actúa por medio de nosotros.
Necesitamos creer que podemos cambiar la realidad a través de la fe y la oración.
Es posible, es real y este poder está en nuestro interior por el bautismo y por la presencia del Espíritu Santo.
Mi deseo para ustedes y mi oración es que puedan experimentar y tocar la realidad de Dios.
Dejarnos maravillar de su presencia dentro y fuera del Templo.
Cada uno es portador de Dios y cuando Dios toca su realidad personal la transforma, hace maravillas.
Les deseo que cada día puedan contemplar las maravillas que está haciendo en sus vidas.
Yo soy testigo de las maravillas que hace Dios y les deseo de corazón puedan reconocer los milagros que suceden a su alrededor cada día.
Amén
Marie a été choisie comme Mère de Dieu
Marie est née sans péché en vue de sa mission de Mère de Dieu.
Dieu l'a préservée du péché pour porter en son sein Dieu lui-même qui s'est incarné par amour pour nous.
S'il n'y a pas de péché en Marie, cela signifie que les conséquences du péché ne sont pas présentes en elle.
Par le péché, la mort et la tristesse sont entrées dans le monde.
Par le péché, la relation intime avec Dieu a été rompue.
Par conséquent, en Marie, il n'y aurait pas de mort comme la nôtre, il n'y aurait pas de douleur, et sa relation avec Dieu devrait par nature être profonde et étroite.
En elle, habitait la présence même de Dieu.
Cette femme de Nazareth est née avec un grand privilège et une grande mission.
Une femme qui a grandi dans la simplicité de la vie à la campagne, formant un cœur de service et d'amour.
Lorsque le jour est venu pour Dieu de lui révéler sa mission, il ne lui a pas promis qu'elle serait reine ou mère de toute l'humanité.
Il lui a révélé qu'elle serait la mère du messie et elle a accepté, non pas pour l'honneur d'être la mère du sauveur d'Israël, mais pour l'amour qui existait entre elle et Dieu.
Dieu a fait de grandes choses dans son cœur parce qu'en elle habitait la plénitude de la grâce de Dieu.
Elle est "pleine de grâce" comme nous le prions chaque jour.
Elle a dit "oui" parce qu'elle se sentait tellement aimée de Dieu qu'elle voulait rendre la pareille aux nombreuses grâces qu'elle avait reçues.
Ce n'était pas facile pour elle d'être la mère de Jésus.
Dieu ne lui a pas donné d'explications ni ne l'a prévenue des difficultés à venir.
Elle s'est abandonnée et lui a fait confiance.
Marie a vécu l'inquiétude d'être rejetée par Joseph à cause de sa grossesse ; elle a vécu l'angoisse de ne pas trouver de logement à Bethléem et n'a pu offrir qu'une mangeoire comme berceau pour son fils ; elle a vécu la persécution d'Hérode et a dû fuir en Égypte, loin de sa maison et de sa famille ; on lui a prédit qu'une épée lui transpercerait le cœur sans qu’elle sache quand ni comment cela se produirait ; elle a vécu l'angoisse de perdre son fils durant 3 jours ; elle a vu son mari mourir en la laissant seule avec Jésus ; elle a vu son fils partir et a vécu sa passion et sa mort à la première personne.
Marie est élevée au ciel
Marie, en tant que femme de prière, a tout accepté dans son cœur.
Tout ce qu'elle a vécu, elle en a parlé à Dieu, et aujourd'hui nous la trouvons à la fin de sa vie terrestre.
Après sa présence sur terre, nous la retrouvons aujourd'hui au ciel d'où elle veille sur nous.
Elle n'a pas souffert de la mort telle que nous la connaissons.
Dieu a préservé son corps et elle est avec Dieu au ciel, corps et âme.
Elle est l'exemple de la réalité qui nous attend.
En Marie et Jésus, nous trouvons la plénitude de l'humanité.
Deux cœurs qui aiment et qui veillent continuellement sur nous et nos besoins.
Un jour, nous serons corps et âme avec Dieu, avec elle, avec Jésus et avec nos proches.
Cette journée nous invite à rêver du jour où nous partagerons la vie éternelle avec l'ensemble de l'Église céleste.
Une vie sans fin, une vie sans soucis, sans angoisse ni tristesse.
Une vie dans l'amour de Dieu.
Cette journée nous invite à ne pas perdre courage face à nos problèmes terrestres car il y a une mère qui prend soin de nous, qui nous accompagne et qui nous attend.
Ce monde est beau parce que nous le vivons dans le Christ et sous la protection de la Vierge Marie et des saints.
Elle nous montre que le mal et les ténèbres n'ont pas le dernier mot.
L'obscurité est temporaire, elle ne dure pas éternellement.
Il faut lutter et avoir confiance dans la main maternelle de Marie et dans la puissance de Jésus et du Saint-Esprit.
< .5
.5 - .6
.6 - .7
.7 - .8
.8 - .9
> .9