Sermon Tone Analysis

Overall tone of the sermon

This automated analysis scores the text on the likely presence of emotional, language, and social tones. There are no right or wrong scores; this is just an indication of tones readers or listeners may pick up from the text.
A score of 0.5 or higher indicates the tone is likely present.
Emotion Tone
Anger
0.06UNLIKELY
Disgust
0.08UNLIKELY
Fear
0.11UNLIKELY
Joy
0.23UNLIKELY
Sadness
0.12UNLIKELY
Language Tone
Analytical
0UNLIKELY
Confident
0.01UNLIKELY
Tentative
0UNLIKELY
Social Tone
Openness
0.13UNLIKELY
Conscientiousness
0.15UNLIKELY
Extraversion
0.47UNLIKELY
Agreeableness
0.6LIKELY
Emotional Range
0.16UNLIKELY

Tone of specific sentences

Tones
Emotion
Anger
Disgust
Fear
Joy
Sadness
Language
Analytical
Confident
Tentative
Social Tendencies
Openness
Conscientiousness
Extraversion
Agreeableness
Emotional Range
Anger
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introduccion
Pablo ha estado hablando de la frágil naturaleza de los que sirven como ministros del nuevo pacto.
Sólo son vasos de barro.
Hasta aquí Pablo ha enfocado su atención en la manera en que esta verdad afecta a su ministerio.
El hecho de que sean vasos de barro hace ver claro que los resultados obtenidos no se deben al esfuerzo de ellos sino al mensaje todopoderoso de Dios.
El poder no está en el mensajero sino en el mensaje.
Cuando piensa en ese día venidero, se llena de un temor reverente por Cristo que vendrá nuevamente como Juez.
Este temor y reverencia por Cristo, temor del Señor, como lo dice aquí, le hace querer comportarse de una manera que le agrade a su Señor.
Los corintios deberían saber que su ministerio entre ellos había sido llevado a cabo en este temor del Señor.
5:11.
Es claro por algunas referencias anteriores que el ministerio de Pablo en Corinto estaba siendo menoscabado por ciertos individuos (vea 1:15–24; 2:17–3:1; 4:1, 2).
No menciona quiénes eran, pero más adelante los llama falsos “superapóstoles” (capítulos 10–13).
Así que Pablo, por causa del evangelio, se ha sentido obligado a defender su ministerio.
Este es el contexto que nos ayudará a entender los primeros versículos de la sección que tenemos ante nosotros.
Quiere que los corintios sepan que él no hace tratos con ellos en forma fraudulenta.
Con las palabras, conociendo, pues, Pablo nos dice que lo que sigue es una aplicación de lo que él acaba de decir.
Al final de la sección anterior les había recordado a sus lectores: “Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo” (5:10).
Entre esos “todos” que habrán de comparecer ante el tribunal de Cristo se encuentra él mismo.
Este es un pensamiento sensato, que lleva al apóstol a decir: conociendo el temor del Señor.
Cuando piensa en ese día venidero, se llena de un temor reverente por Cristo que vendrá nuevamente como Juez.
Este temor y reverencia por Cristo, temor del Señor, como lo dice aquí, le hace querer comportarse de una manera que le agrade a su Señor.
Los corintios deberían saber que su ministerio entre ellos había sido llevado a cabo en este temor del Señor.
Caracteriza este ministerio como un intento de persuadir a los hombres.
Pero, ¿persuadirlos de qué?
Algunos comentaristas interpretan estas palabras en forma muy limitada.
Sostienen que Pablo habla de tratar de persuadir a las personas de que él—y no los “súperapóstoles” que son falsos—es un verdadero apóstol.
Pero parece preferible tomar estas palabras en un sentido más amplio, es decir, que habla aquí de la totalidad de su ministerio de hacer discípulos entre los corintios.
Lucas usa esta misma palabra (persuadir) en Hechos para describir la obra de Pablo en Corinto: “Discutía en la sinagoga todos los sábados, y persuadía a judíos y a griegos” (Hechos 18:4).
Como los siguientes versículos lo indican en el relato bíblico, Pablo estaba especialmente interesado en persuadir a los judíos de que aceptaran a Jesús como el Cristo, el Mesías prometido.
¿Pero cómo concuerda esto con lo que el apóstol dice en 1 Corintios: “Ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas” (1 Corintios 2:4)?
Pablo estaba consciente de que la lógica estricta, la elocuencia y las frases cuidadosamente escogidas no servirían para convencer a nadie.
La conversión es la obra del Espíritu Santo; no es el resultado de los argumentos persuasivos de la sabiduría humana.
El evangelio siempre es necio para los incrédulos no importa cuán atractiva, convincente o persuasiva sea la manera en que se les presente.
Por otra parte, el Espíritu Santo obra precisamente por medio de este mensaje.
Por lo tanto, el que lo presenta, lo manejará con santo temor.
No lo predicará con desánimo, descuidadamente, ni con indiferencia; así sólo oscurecería el mensaje.
Ni estará satisfecho con proclamarlo sólo una vez.
Pablo no lo hizo así.
En el griego original el verbo “persuadir” está en tiempo presente, que da la idea de una acción continua.
Pablo siguió persuadiendo a la gente con el evangelio, el poderoso mensaje que el Espíritu Santo usa para tocar el corazón.
Juntamente con Pablo, los cristianos de hoy en día quieren compartir el evangelio con los que todavía no conocen a Cristo.
Estas palabras sirven de aliento para ser persuasivos y persistentes en este esfuerzo.
A Dios le es manifiesto lo que somos, dice Pablo.
Es claro que esto es muy importante.
Dios sabía cuáles eran sus motivos.
Sabía que Pablo estaba llevando su ministerio entre los corintios en verdadero temor de Dios, en un deseo de cumplir su voluntad.
Entonces, ¿importaba realmente la manera en que los corintios lo evaluaran?
En 1 Corintios él había escrito: “Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano… pues el que me juzga es el Señor” (1 Corintios 4:3, 4).
A fin de cuentas, lo único que vale es el juicio del Señor.
Si uno tiene que escoger entre la aprobación del Señor o la de la gente, el cristiano escogerá al Señor siempre.
Sin embargo, no tiene que ser siempre una cosa u otra.
Pablo espera que los corintios reconozcan que él ha sido franco y transparente con ellos y que no tiene nada que ocultar, ya que el apóstol había tocado profundamente la conciencia de ellos mediante la predicación de la ley y el evangelio.
5:12.
Pablo se dio cuenta de que en esta carta tenía que escoger sus palabras con mucho cuidado.
Sabía que sus enemigos de Corinto tratarían de tergiversarlas y explicarlas al revés de lo que eran.
Con frecuencia, como ocurrió en este versículo, el apóstol se anticipó a las objeciones y las había contestado.
Había dicho que no tenía nada que ocultar ni de Dios ni de los corintios.
Había llevado a cabo su ministerio de persuadir a la gente con temor reverente del Señor.
En el capítulo anterior él había descrito su ministerio con afirmaciones como: “Recomendándonos a nosotros mismos ante toda conciencia humana, en la presencia de Dios… No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor … Llevando en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal … La muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida” (4:2, 5, 10, 12).
Preveía la acusación: “Allí viene otra vez, jactándose de sí mismo en vez de trabajar tranquilamente, con humildad como debe hacer un predicador del evangelio”.
Para contrarrestar esta posible objeción, les explica por qué les ha recordado la forma en la que ha llevado su ministerio: Quiere darles la oportunidad para gloriarse de él (literalmente estar “orgullosos” de él), para que tengan municiones con qué responder a los ataques de sus enemigos.
Anteriormente, en esta misma carta, Pablo había escrito: “Nuestro motivo de orgullo es éste: el testimonio de nuestra conciencia, de que con sencillez y sinceridad de Dios, no con la sabiduría humanas, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros” (1:12).
Esta era la manera correcta y santa de enorgullecerse de sí mismos.
Ahora Pablo añade que también hay tal cosa como enorgullecerse apropiadamente de otro.
Cuando los oponentes de Pablo lo comenzaran a menospreciar, los creyentes de Corinto deberían responder con “orgullo” acerca de él, dándolo a conocer cómo realmente era.
Debían comprender que en sus quejas acerca de él, los enemigos del apóstol se estaban fijando sólo en cosas externas.
Ellos se glorían (literalmente: se jactan) en las apariencias y no en el corazón.
Más adelante el apóstol explicará este asunto con mayor detalle; dirá, por ejemplo, que esos “superapóstoles” se enorgullecían de su linaje como descendientes de Abraham (vea 11:22, 23).
También se jactaban de ser predicadores mucho mejores que Pablo (vea 11:6).
Claramente eso no es lo que en verdad importa.
Lo que está en el corazón es lo que determina el valor verdadero de un ministro de Cristo.
La esperanza de Pablo es que su discurso y su conducta hayan dejado bien claro que en su corazón moraba un verdadero temor del Señor y un deseo genuino de servir a los corintios.
5:13.
Algunos años antes de que Pablo escribiera esto, los parientes incrédulos de Jesús, cuando vieron que trabajaba por tan largas horas que ni siquiera tenía tiempo para comer, exclamaron: “Está fuera de sí” (Marcos 3:21).
Es probable que Pablo se refiera a algo similar; él se esforzaba y trabajaba día y noche.
Por causa del evangelio se expuso una y otra vez al ridículo, a la burla, a los azotes, a ser apedreado y encarcelado (vea 2 Corintios 11:23–29).
Un celo tan incansable fácilmente podía llevar a sus enemigos a catalogarlo de ser un fanático religioso.
¿Y cuál fue la respuesta de Pablo?
“Si por lo que ven, quieren llegar a la conclusión de que estoy loco, entonces que así sea.
Pero la verdad es que no puedo hacer otra cosa; lo que hago, lo hago para Dios, un Dios que me amó tanto que envió a su Hijo para morir por mí”.
Y continúa diciendo: Si somos cuerdos, es para vosotros.
El punto de Pablo es este: no hizo nada en su ministerio para su propio beneficio.
Si parecía estar loco, era para la gloria del Señor.
Y cuando Pablo callada y sensatamente instruía a los corintios, era para el beneficio de ellos.
5:14–15.
La palabra porque [NVI] une estos versículos con los que los preceden inmediatamente.
Fue el amor de Cristo lo que constriñó a Pablo a trabajar tan intensamente, hasta el grado de que lo acusaran de estar loco.
Fue el amor a Cristo lo que lo constriñó a seguir instruyendo a los corintios en una forma sana y sensata, aun cuando en ocasiones sus enseñanzas parecían estar cayendo en oídos sordos.
La traducción de la New International Version, que dice en efecto “el amor que Cristo tiene”, es muy apropiada.
El griego original dice: “el amor de Cristo”.
Eso puede significar el amor que Cristo tiene por nosotros o el amor que nosotros tenemos por Cristo.
Así que la pregunta que se debe responder es: ¿Qué constriñó a Pablo a llevar su ministerio con tal intensidad y devoción?
¿Es el amor que Pablo tiene por Cristo?
¿O es el amor que Cristo le tiene a Pablo?
Por el contexto de este versículo es evidente que Pablo se refiere a lo que pasa antes de la respuesta de amor del cristiano por Cristo.
Lo que viene primero es el amor de Cristo por él, como se expresa en las palabras: Uno murió por todos.
La palabra que se traduce por puede significar “en beneficio de” o “para el beneficio de”.
Pero también puede significar “en lugar de” o “en vez de”, como, por ejemplo, en Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley [muerte eterna], habiéndose hecho maldición por [en lugar de] nosotros”.
Con estas palabras, Uno murió por todos, Pablo habla acerca de lo que los cristianos hoy en día llamamos la expiación vicaria o substitutiva.
Nosotros no moriremos porque Cristo murió en nuestro lugar.
Realmente, debido a que Cristo murió en nuestro lugar, nosotros ya hemos muerto: Si uno murió por todos, luego todos murieron.
En un sentido real, cuando Cristo murió, nosotros morimos.
Con la muerte de Cristo, el pago por nuestra muerte ha sido saldado.
Especialmente debemos notar una palabra que ocurre tres veces en estos dos versículos, la palabra todos.
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