¿Por qué te enredas?

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La curación del paralítico nos enseña que el verdadero problema nuestro no se encuentra en el exterior, sino en lo interno. Jesús se enfoca más en el problema del corazón que en los problemas que podamos tener en esta vida. Como personas en busca de sanidad, debemos enfocarnos en el problema más grande (corazón), antes de enfocarnos en lo menos importante (circunstancias).

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Mark 2:1–12 RVR60
Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.
Si le preguntáramos a la gente, ‘cual es tu mayor problema’, ¿qué responderían? Si te pidiera que hicieras una lista de 10 problemas, ¿Qué problema pondrías tú como más importante?
O, para hacerlo aún más interesante, si Dios te prometiera resolver hoy uno de tus problemas, ¿cuál sería tu primera opción?
Todos, absolutamente todos sin distinción hemos pasado por dificultades en nuestras vidas. Y en más de una ocasión nos hemos dicho la frase: “Si tan solo… entonces yo”. Puede ser desde lo más pequeño e insignificante hasta lo más importante y trascendente, pero al final todos soñamos con que las circunstancias en las que estamos cambien.
Acabamos de leer la historia de un hombre que aparentemente tiene una necesidad urgente, pero que no está al tanto de ella. Y Dios nos dejó registrada esta historia para que podamos aprender 4 enseñanzas.
Para poder comprender las cuatro enseñanzas necesitamos entender lo que sucedió antes de esta historia. Marcos 2.1-2 nos dice que Jesús había regresado a Capernaum, una comunidad en la que había hecho muchos milagros. Había sanado a un hombre endemoniado (Mr. 1.21-28), sanó a la suegra de Pedro (Mr. 1.29-31), a muchos al ponerse al sol (Mr. 1.32-34), y a un leproso en Galilea (Mr. 1.40-45). De modo que ya mucha gente había oído de su fama y poder de sanar enfermedades.
Mark 2:1–2 RVR60
Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.
Y en este punto de la escena es que encontramos nuestra primera enseñanza: Hay una Urgencia aparente.

Una Urgencia aparente (v. 4)

Mark 2:3–4 NBLA
Entonces vinieron* y le trajeron un paralítico llevado entre cuatro hombres. Como no pudieron acercarse a Jesús a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que estaba acostado el paralítico.
Pongamos la escena en contexto. Para nuestros tiempos, estar paralítico es un verdadero reto, pues no puedes vivir sin el apoyo de un enfermero o enfermera, un familiar o amigo. Pero hay camas especiales, sillas para poder trasportarlos, lugares de estacionamiento y de preferencia en los centros comerciales. Y, aunque hay muchas facilidades para la gente paralítica, no deja de ser una situación muy difícil la parálisis.
Pero en los tiempos de la Biblia, cuando se escribió esta historia, ser un paralítico era sin lugar a dudas algo aún más difícil y crítico. Este hombre no contaba con especialistas que lo ayudaran en todos los problemas secundarios que la parálisis conllevaba. Este hombre no contaba con analgésicos que lo ayudaran a mitigar el dolor de su cuerpo. Ni tampoco contaba este hombre con fisioterapeutas que le ayudaran a que sus músculos no se atrofiaran por la falta de uso. Mucho menos podría contar con silla de ruedas automáticas o eléctricas que le ayudaran a moverse a donde él quisiese ir; sino que dependía de la gente a su alrededor para poder realizar todas sus necesidades, incluso hasta de ir al baño y comer.
Este hombre no podía moverse para trabajar y así recibir el sustento para vivir. Mucho menos podía tener una familia, pues no tendría la capacidad de proveer para su esposa ni sus hijos. Tampoco podría estar al pendiente de lo que sucedía afuera, a menos que alguien fuera hasta su habitación y le contara. Cada día, durante meses y años, la misma monotonía. Desde que se despertaba en la mañana hasta la noche para dormir, lo único que podía hacer este hombre era mirar el techo. Este hombre verdaderamente tenía un serio problema.
Por eso, alguien describe la condición de este hombre con un conjunto de palabras que puedan darnos una idea aproximada de su condición emocional: dependencia, humillación, confinamiento, aburrimiento, soledad, frustración, (ansiedad), vergüenza, desesperación.
Y si él hubiese escuchado la misma pregunta que te hice al comienzo del mensaje (¿cuál es tu mayor problema?), seguramente él hubiere contestado: “Mi problema más grande es que no puedo caminar. No existe ninguna esperanza para que yo pueda salir, o por lo menos mejorar de esta situación”.
¿Te has sentido de esta misma forma en algún momento de tu vida?
Y de pronto, escucha que un tal Jesús llegó a la ciudad. Ese hombre que ya tenía la fama de sanar personas, como lo vimos que Marcos nos lo relata en Capítulo 1. Entonces, “cuatro amigos” de este hombre, “vinieron y lo trajeron” a Jesús. Pero entonces, a acercarse a donde Él estaba, se encontraron con una muralla humana. De modo que, no pudieron acercarse a Jesús. Así que se la idearon para hacer que su amigo paralítico llegara frente a Jesús; lo que nos lleva a nuestra segunda enseñanza: Una Solución inesperada.

Una Solución interna inesperada (v. 5)

Mark 2:5 RVR60
Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
Tratemos de imaginar la escena.
Jesús está predicando y la gente está atenta. Está explicando lo que es el amor de Dios, cuando de repente se escucha un ruido extraño, y tras un polvadero un agujero enorme en el techo donde Él está parado; y cuatro hombres viendo hacia abajo. Y si eso fue extraño, más inusual sería que esas cuatro personas estén tratando de bajar a otro hombre en una camilla.
Un pastor dijo que si él hubiese estado en el lugar de Jesús, y en medio de su prédica cuatro jóvenes empiezan a hacer ese espectáculo, él (con toda la tranquilidad posible) hubiese dicho: “¡SAQUEN A ESTOS IMPRUDENTES DE AQUÍ!” Pero Jesús no reaccionó así. Él no vio a cuatro imprudentes. Marcos nos dice que Jesús vio la fe de ellos.
Y quiero detenerme en este punto un momento, pues ha habido una mala enseñanza con respecto a este punto, acerca la fe. Y tal confusión es más grande en nuestros días porque hay mucho que van por ahí enseñando que “la fe tiene poder”. Esta enseñanza se remonta a un tal Essek William Kenyon, aparente fundador de un movimiento llamado “Palabra de Fe”. Él enseñaba “en su predicación y enseñanza… que las personas pueden cambiar sus circunstancias físicas simplemente haciendo una ‘confesión positiva de la palabra de Dios’” (John MacArthur, Fuego Extraño, 29).
¿Has escuchado la frase: “la Fe mueve Montañas”? “No importa cuán grande sea tu problema, lo importante es que tengas fe.” ¿Lo has escuchado? Bueno, pues, olvídate de eso. Eso no es cierto. “Lo importante no es que tengas fe; lo importante es que tengas fe en el objeto correcto”. Lo que hizo la diferencia con este hombre es que sus amigos tuvieron fe y lo llevaron con la persona correcta. No importa cuánta fe tengas en los “12 Pasos” o en la “Confesión positiva” o en una “Fuerza Superior”. Si tu fe y confianza no está en Jesucristo, nada de eso va a servir.
Aquí está este hombre, frente a Jesús y a toda la multitud. Era más que evidente que el mayor problema de este hombre era que no podía caminar, pero Jesús se acerca y le dice: “Hijo, tus pecados te son perdonados.” En la versión de la historia que escribe Mateo, él nos narra la escena más completa. Mateo nos cuneta que Jesús le respondió: “Ten ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados.” Ahora bien, como dije, para todos era más que obvio que el mayor problema de este hombre era su parálisis, pero el diagnóstico de Jesús es totalmente distinto del nuestro. Este hombre seguía acostado, en la misma circunstancia y condición en la que se encontró cuando despertó en la mañana, y la misma desde hace años. Pero Jesús se acerca y le dice a este hombre que tiene todos los motivos para alegrarse, a pesar de que sus circunstancias no hayan cambiado.
Lo mismo nos dice el Señor el día de hoy. Hay cosas más importantes por las cuales debemos alegrarnos. Y no es que tengamos una familia, un trabajo, o una mejor salud que la del vecino. No es que podamos respirar y tener vida; aunque tales cosas deben ser motivo de agradecimiento y alegría. Pero la razón por la que Jesús le dice al paralítico que se alegre es porque sus pecados han sido perdonados. El mayor problema del ser humano no son sus adicciones, su falta de amor, dinero o amigos. El mayor problema del ser humano es que está en enemistad con Dios, está muerto en “sus delitos y pecados” y va camino al infierno.
Mi amigo, Dios quiere que sepas que tu mayor problema no son las adicciones con las que estás luchando, sino el pecado que te tiene esclavizado. Y entendamos que por pecado no me estoy refiriendo únicamente a aquellas acciones escandalosas que la gente hace como robar, mentir, adulterar, matar, etc. No. Al pecado al que me estoy refiriendo es a aquel que que no se ve y está allí en lo más profundo del corazón. Mi amigo, el corazón del problema del hombre es el problema del corazón que continuamente está buscando satisfacer sus deseos, y no a Dios. Escucha cómo definió un pastor el pecado, y ha sido la definición más teológica que jamas he escuchado. Él dice:
¿Qué es pecado?
Es la gloria de Dios no honrada. La santidad de Dios no reverenciada. La grandeza de Dios no admirada. El poder de Dios no alabado. La verdad de Dios no buscada. La sabiduría de Dios no estimada. La belleza de Dios no atesorada. La Bondad de Dios no saboreada. La fidelidad de Dios no confiada. Los mandamientos de Dios no obedecidos. La justicia de Dios no respetada. La ira de Dios no temida. La gracia de Dios no apreciada. La presencia de Dios no valorada. La Persona de Dios no amada. Eso es pecado.
Y, aunque este hombre paralítico no pudo cometer ningún pecado escandaloso, ante Jesús él era un pecador, inválido físicamente, y muerto espiritualmente. Quizá tú puedas salir el día de mañana, libre de adicciones y sin ningún problema aparente, pero si sales de este lugar sin que tus pecados sean perdonados, de nada sirve estar sobrio. Sigues con el mayor problema. Sobrio, pero camino al infierno.
Psalm 32:1–2 NBLA
¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, Cuyo pecado es cubierto! ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño!
Y, puede ser que entiendas todo esto, pero sin que afecte tu corazón. Lo mismo pasó con algunos de la multitud que estaban presenciando esta conversación entre Jesús y el paralítico. Lo que nos lleva a la tercera enseñanza: Una declaración no asimilada.

Una realidad no asimilada (v. 6-7)

Mark 2:6–7 NBLA
Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones: «¿Por qué habla Este así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?»
Veamos la lógica de estos escribas que hablaban entre sí.
¿Jesús está diciendo que tiene poder para perdonar pecados?
Sí. Correcto.
¿Jesús está diciendo tener la autoridad para perdonar pecados?
Sí. Correcto.
Entonces, ¿Jesús está diciendo que Él es Dios, porque solo Dios puede perdonar pecados?
Es correcto. Eso es precisamente lo que Jesús les estaba diciendo: “Yo soy totalmente capaz de perdonar pecados, porque Yo Soy Dios.
¿Por qué Dios es el único que Puede perdonar pecados?
Imagina que de pronto a un hombre lo asalta un grupo de personas, dejándolo casi muerto en la calle. Lo llevan al hospital, y estando allí, un amigo suyo lo visita y le dice:
- Tengo una muy buena noticia. Me encontré con todos tus asaltantes, y yo ya los perdoné.
¿Qué reacción crees que tendrá el hombre hospitalizado?
- Y tú, ¿quién te dio autoridad para perdonar en mi nombre a lo que me hicieron a mí?
Bueno, lo mismo paso en la mente de estos líderes religiosos. Ellos escucharon la declaración de Jesús y recordaron pasajes del Antiguo Testamento como el Salmo 51 en el cual David, después de haber adulterado con Betsabé, y de haber mandado a matar a Urías, escribe:
Psalm 51:4 RVR60
Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.
Psalm 103:3 NBLA
Él es el que perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus enfermedades;
Así que, cuando Jesús le dice al paralítico: “Hijo, ten ánimo, tus pecados te son perdonados”, lo que realmente está diciéndole es: “Hijo mío, toda tu vida has estado pecando contra mí. Y el día de hoy, Yo te perdono de todos tus pecados.” Por supuesto que los líderes religiosos entendieron esto, y llegaron a una conclusión: Él se está haciendo pasar por Dios. “Blasfemias dice. Solo Dios puede perdonar pecados.” Desafortunadamente, estos escribas llegaron a una conclusión teológicamente correcta, pero no estuvieron dispuestos a aceptarlo.
Y, sabiendo Jesús lo que estos hombres estaban dialogando en su mente, les hace una pregunta tan capciosa.
Mark 2:9 RVR60
¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?
Esta pregunta es un tanto más difícil de lo que parece. Algunos piensan que lo que Jesús está queriendo decir es que, puesto que no hay alguna evidencia tangible de que los pecados de alguien hayan sido perdonados, esto es más fácil de decir. En otras palabras, cualquier persona puede decir (y, de hecho lo hacen): “Tus pecados son perdonados”; y como no hay nadie que pueda subir al cielo y ver en la Corte Celestial los expedientes de pecados borrados, entonces eso sería más fácil de asegurar que decir que el paralítico se levante y ande. Porque, si lo segundo no ocurre, entonces la persona quedaría expuesta como un farsante y mentiroso.
Pero Jesús ya había demostrado que Él tiene el poder para sanar. Recientemente había sanado a un leproso simplemente hablando diciendo: “Quiero, sé limpio” (Mr. 1.41) Y, de hecho, el acto de perdonar pecados iba a resultar una obra aún más difícil para Jesús, pues le iba a costar su vida y sufrimiento en la cruz. Así que, para el Señor iba a ser más fácil sanar al paralítico que perdonar sus pecados.
De manera que, lo que Jesús está tratando de enseñar con esa pregunta, “qué es más fácil”, es que Él tiene el poder para hacer ambas cosas, perdonar pecados (lo que es relativamente más fácil), y sanar al paralítico (lo que es relativamente más difícil). Lo que nos lleva de la mano a nuestra última enseñanza: Una solución externa sorprendente.

Una solución externa sorprendente (v. 10-11)

Mark 2:10–11 NBLA
»Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados» dijo* al paralítico: «A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».
Al Jesús poner la interrogante en la mente de las personas sobre qué era lo más sencillo hacer, se dispone a realizar lo que aparentemente es más difícil, para demostrar que Él era Dios mismo. Notemos que Jesús NO dice que Él tiene el poder para perdonar pecados, sino que Él tiene la AUTORIDAD para perdonar pecados.” Él es el único en quien podemos encontrar la esperanza de que nuestro mayor problema es resuelto. No se trata en seguir unos pasos. No se trata de abstinencia, ni de auto control. Se trata de una conversión. Tu corazón necesita entender que lo único que necesitas para ser libre es Cristo. Necesitas entender que cualquier adicción en tu corazón se debe a que en tu corazón ha reemplazado a Dios por otra cosa.
Jeremiah 2:13 RVR60
Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Nota estos dos males que Dios ha diagnosticado de todo ser humano.

Dejaron la fuente de agua

Ese es el mal de todo ser humano. Cuando el pecado entro al mundo a través de un hombre, Adán, fue en consecuencia de que Adán y Eva quisieron gobernar la tierra bajo los estándares de ellos, y no los de Dios. Y esa rebeldía se contagió a todo ser humano hasta el día de hoy. Todo ser humano es un Rebelde Cósmico, enemigo público de Dios.
Pero no se queda ahí. Hay un segundo mal, según Jeremías 2.13.

Cavaron cisternas rotas

Un teólogo dijo hace muchos años que “El corazón del hombre es una fábrica interminable de ídolos”. Todos nosotros, querramos aceptarlo o no, somos idólatras. Y como un pastor dijo:
Hemos cambiado los altares y templos por gimnasios y oficinas, ídolos de madera y piedra por espejos y aparatos electrónicos.
La realidad es que todos tenemos un ídolo en nuestro corazón, y en cuanto lo identifiquemos es que podremos derribarlo y arrepentirnos.
¿Qué ha capturado tu corazón?
¿Qué antojos, anhelos, deseos y creencias gobiernan tu corazón, produciendo reacciones que no van con Dios?

Aplicación

Podemos pasar todo el día sacando enseñanzas de este pasaje, pero por cuestión de tiempo únicamente veremos estas cuatro.

Una Urgencia

Recuerda que le alcoholismo, la drogadicción, la pornografía, masturbación, o cualquier vicio que tengas, es solo la punta del iceberg. Es solo lo externo del problema. El verdadero problema radica en tu corazón.
Romans 3:23 NBLA
por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.

Una Solución interna

Todos tenemos un problema con el pecado, pues nos impide acercarnos a Dios de manera correcta. Pero Cristo ha solucionado ese problema, muriendo en la cruz por él, para que tú y yo ya no andemos esclavizados al pecado.
Romans 6:11 NBLA
Así también ustedes, considérense muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.

Una Realidad Asimilada

Únicamente en Cristo tenemos el poder para solucionar el problema más grande de nuestra vida: el pecado. Fue Él quien tomó nuestro lugar en la cruz, y sufrió nuestro castigo.
Acts 4:12 NBLA
»En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos»

Una Solución externa

Colossians 3:2–4 NBLA
Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces ustedes también serán manifestados con Él en gloria.
Como alguien dijo
Jesucristo no llegará a ser dulce para nosotros, si primero el pecado no es amargo. (Thomas Watson)
El poder para salir de las adicciones está en el evangelio. Está en Cristo. Y amenos que disfrutes lo dulce y hermoso que es conocerlo a Él y obedecerlo, el pecado no podrá de ser amargo a tu vida. Lee Su Palabra. Medita en ella. Llena tu mente de Su Verdad.
Psalm 19:10 NBLA
Deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, Más dulces que la miel y que el destilar del panal.
Mientras más pases leyendo la Biblia, más amargo serán las drogas, alcohol, pornografía, o cualquier otra adicción.
Pero también hay una responsabilidad en ti. Como un pastor de Inglaterra dijo:
El que anhele dejar de caer, debe evitar los lugares resbaladizos.
Si verdaderamente quieres dejar las adicciones, entonces aléjate de aquello que te incita a caer. Aléjate de aquellas personas que te llevan de vuelta al hoyo. Júntate con personas que crean en Cristo, y juntos ayúdense mutuamente para conocer más sobre Cristo a través de Su Palabra.
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