Corinto: Una iglesia dividida.

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Después de presentarse y dar gracias a Dios por los creyentes de Corinto, el apóstol Pablo entra directamente a hablar de uno de los principales problemas que afectaban a la iglesia en esa ciudad: la falta de unidad entre ellos.
Tres y medio de los primeros cuatro capítulos son dedicados a tratar con dicho problema. Lo primero que hace el apóstol es enfrentarlo con la realidad de su problema, después le hace ver las causas de la división, y, por último, la solución al problema.

Las divisiones en la iglesia.

1 Corinthians 1:10 NBLA
Les ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos se pongan de acuerdo, y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén enteramente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer.
La falta de unidad era evidente en las contiendas que habían entre ellos.
“contiendas”: conflictos que resultan de la rivalidad y la discordia.
Pablo supo de ese problema por medio del informe de los familiares o esclavos de Cloé, una mujer que seguramente era parte de la iglesia en Corinto.
Aunque Pablo tenía la autoridad apostólica para ordenarles, prefiere hacerles una súplica, les pide por favor (παρακαλέω) que se pongan de acuerdo (Lit. que hablen lo mismo) y que no haya cismas (divisiones) entre ellos. Una cisma es una división hacia grupos opuestos.
El deseo y súplica de Pablo es que cada uno de los miembros de la iglesia esté totalmente adecuado para tener una misma mentalidad (sentir) y una misma opinión o propósito (parecer).
¿La misma mentalidad u opinión en cuanto a qué? El apóstol no les está diciendo que siempre deben tener la misma opinión en todo, sino en lo que respecta a la unidad de la iglesia.
Por si acaso los creyentes pretendieran no saber de que está hablando, él se los dice directamente:
1 Corinthians 1:12 NBLA
Me refiero a que cada uno de ustedes dice: «Yo soy de Pablo», otro: «yo de Apolos», otro: «yo de Cefas», y otro: «yo de Cristo»
Uno de los trucos que más le funcionan al diablo es aquel expresado en la frase “divide y vencerás”. Otra manera de decirlo sería “permite que te dividan, y perderás”.
El diablo había sembrado una forma de sectarismo que había germinado entre los creyentes. El sectarismo es una actitud de una persona que defiende con fanatismo e intransigencia una idea, doctrina, o persona, sin admitir ninguna crítica sobre ella.
Las preferencias personales sobre predicadores o sus manera de enseñar puede dar lugar a tales divisiones. Apolos era conocido por su elocuencia, Pablo por su profundidad teológica, y Pedro por su posición de líder en la iglesia. La carta no da ningún indicio de diferencias doctrinales entre ellos que haya sido causa de las divisiones entre los creyentes. Aparentemente, había algunos que no querían tomar partido y se identificaban con Cristo; “yo soy de Cristo”, decían.
Muchas veces, los predicadores mismos, buscando grandeza y admiración, son culpables de fomentar ese partidismo entre los creyentes de las iglesias que pastorean.
Pablo les recuerda algo que los pastores nunca deben olvidar: que Dios no lo llamó a predicarse a si mismo, ni a buscar su propia exaltación, sino a predicar y exaltar a Cristo.
1 Corinthians 1:17 NBLA
Pues Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el evangelio, no con palabras elocuentes, para que no se haga vana la cruz de Cristo.
Pablo les recuerda que el mérito no debe ser para ninguno de los líderes mencionados sino para Cristo:
¿Acaso fue Pablo crucificado por vosotros?” ¡No! Fue Cristo quien murió por ellos. A Él es quien debían seguir, no a los hombres.
Todos habían sido bautizados en el nombre de Cristo, no en el de los predicadores.
Pablo había participado en el bautizo de algunos creyentes corintos, Crispo, Gayo, y la familia de Estéfanas, y a todos ellos, en el nombre de Cristo.
Si los creyentes de Cristo siguen al hombre, entonces no son de Cristo. ¡En vano murió Cristo por ellos!
No es la elocuencia lo que transforma vidas, sino Cristo a través del evangelio.

Causas de la división en Corinto.

Pablo le hace ver a los corintios que las razones principales de tales divisiones eran:
Primero, un mal entendimiento del mensaje de la cruz, o sea del evangelio.
Segundo, una perspectiva errónea de lo que es el ministerio.

Mal entendimiento del mensaje.

No procede de sabiduría humana.

18-25
1 Corinthians 1:18 NBLA
Porque la palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos es poder de Dios.
El mensaje de la cruz es tan sencillo que hasta un niño puede entenderlo, pero una cosa que se le hace difícil al hombre entender es que un mensaje tan sencillo tenga el poder para salvar y transformar. “¡No puede ser tan sencillo!”, dice el hombre.
Pero, ¿por qué no, si es poder de Dios concentrado en el mensaje?
Romans 1:16 NBLA
Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree, del judío primeramente y también del griego.
Grecia, de la cual era parte Corinto, era la cuna de la sabiduría y la filosofía de ese tiempo. Pero cuando Pablo estuvo predicando el mensaje en Atenas, lo sabios no pudieron o no quisieron recibirlo. Es muy probable que a ellos se refiera Pablo al decir:
1 Corinthians 1:20 NBLA
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que sabe discutir en este siglo? ¿No ha hecho Dios que la sabiduría de este mundo sea necedad?
El sabio (sofos), el experto en la Ley (escriba) y el experto en debatir (polemista) no aceptaron el sencillo mensaje del evangelio. Todavía hay muchos así que se rehusan a aceptarlo porque “!no puede ser así de fácil!”.
El evangelio es un mensaje de fe, no de conocimiento.
Con toda su sabiduría, el hombre no puede entender el evangelio porque quiere pasarlo por el filtro de su sabiduría, pero una mente finita no puede entender o explicar la mente de Dios:
Isaiah 55:8–9 NBLA
«Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, Ni sus caminos son Mis caminos», declara el Señor. «Porque como los cielos son más altos que la tierra, Así Mis caminos son más altos que sus caminos, Y Mis pensamientos más que sus pensamientos.
El evangelio es un mensaje del Espíritu, pero el hombre, al no entenderlo, concluye que es necedad (μωρία : una locura o tontería):
1 Corinthians 2:14 NBLA
Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque son cosas que se disciernen espiritualmente.
Los judíos pedían milagros como prueba. Cristo hizo muchos milagros delante de ellos, pero aún así le crucificaron. Les dio la señal de Jonás, resucitando al tercer día, pero no la creyeron. ¡Tropezaron en la roca que es Cristo!
Buscaron ver obras de poder y de sabiduría y no se daban cuenta que el que es el centro del evangelio, Cristo Jesús, “es poder de Dios y sabiduría de Dios.” (1 Cor 1:24)
Dios podía haber salvado al hombre de cualquier manera, si al cabo Él es Dios y el dador de salvación, pero a Él le plació salvar al hombre por medio de la fe en el Cristo resucitado que el simple mensaje del evangelio anunciaba.
1 Corinthians 1:21 NBLA
Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios por medio de su propia sabiduría, agradó a Dios mediante la necedad de la predicación salvar a los que creen.

A quienes había llegado el mensaje.

“El que olvida su origen puede volverse un soberbio.”
1 Corinthians 1:26–28 NBLA
Pues consideren, hermanos, su llamamiento. No hubo muchos sabios conforme a la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. Sino que Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo que es fuerte. También Dios ha escogido lo vil y despreciado del mundo: lo que no es, para anular lo que es,
No había razón válida para que alguno de ellos se sintiera superior o viera de menos a otros creyentes.
Ante la infinita sabiduría y poder de Dios, todos necios (tontos) y somos débiles. Pablo les recuerda tal condición “para que nadie se jacte delante de Dios.” (1 Cor 1:29)
Pareciera que Pablo está recordándoles que todo mérito o gloria le pertenece a Dios, no a ellos, porque no era por su sabiduría ni posición que habían sido salvados, sino por lo que Cristo hizo por ellos:
1 Corinthians 1:30–31 NBLA
Pero por obra Suya están ustedes en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, santificación y redención, para que, tal como está escrito: «El que se gloría, que se gloríe en el Señor».
Si no entendemos el mensaje de gracia y si nos olvidamos de donde venimos podemos llegar a creernos más que otros y eso causa división.
En el cuerpo de Cristo todos los miembros valen lo mismo y todos son necesarios. No veamos de menos a otros por lo que Cristo murió. Eso mantendrá unida la iglesia.
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