Corinto: Una iglesia dividida Parte 3

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A misunderstanding of ministry may create division in the church.

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El apóstol Pablo, habiendo ya señalado el problema de divisiones en la iglesia de Corinto, les hizo ver que una de las causas había sido que ellos habían malentendido el mensaje de la cruz, el evangelio. Al explicarselos de nuevo, les hizo ver que no provenía de hombre, ni de sabiduría o filosofía de hombres, sino del Espíritu Santo. También denunció la conducta infantil o carnal de ellos, la cual era evidenciada por sus sectarimos.
En la mayor parte del cap. 3 y los primeros vers. del cap. 4, les hace ver la segunda causa de dichas divisiones: No han entendido bien lo que es el ministerio.

Los ministros son solamente siervos.

1 Corinthians 3:5–6 NBLA
¿Qué es, pues, Apolos? ¿Y qué es Pablo? Servidores mediante los cuales ustedes han creído, según el Señor dio oportunidad a cada uno. Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento.
Pablo le hace ver que, tanto él como Apolos, eran solamente siervos (διάκονος), no amos; eran “meseros”, no los dueños del restaurante.
Esto es algo que tanto el ministro como los ministrados deben recordar siempre. Si lo olvidamos, los creyentes podemos caer en el error de exaltar al siervo en lugar de al Señor del siervo; o que el siervo busque ser exaltado como que si él fuera el Señor.
Los creyentes corintios eran “niños en Cristo”, inmaduros. La falta de madurez puede llevarnos a endiosar al hombre.
Ellos solamente eran los mensajeros que Dios había usado para que los corintios escucharan el evangelio y conocieran la Palabra. El mensaje no era de ellos, sino del que los había enviado: Dios, el dueño de los siervos.

En el ministerio no hay nadie más que otros.

1 Corinthians 3:8 NBLA
Ahora bien, el que planta y el que riega son una misma cosa, pero cada uno recibirá su propia recompensa conforme a su propio trabajo.
Las funciones que desempeñamos como siervos en la viña pueden ser diferentes, y ellas de acuerdo a los dones que el Señor de la viña nos ha dado para que llevemos a cabo el trabajo que nos ha encomendado. Por lo tanto, el que enseña no es superior al que sirve en otras áreas. Todos somos “una misma cosa”, siervos haciendo cada uno su propia labor.

El ministerio es un esfuerzo conjunto.

1 Corinthians 3:9 NBLA
Porque nosotros somos colaboradores en la labor de Dios, y ustedes son el campo de cultivo de Dios, el edificio de Dios.
En la labor de Dios, todos deben hacer su parte. Por eso, Pablo usa el término “colaboradores” (συνεργόi) o “los que juntos hacen la obra”.
¡Nadie puede hacer el ministerio solo! Necesitamos la participación de todos los miembros del Cuerpo. Nadie tiene la fuerza ni los dones para hacerla solo.

Cada uno hace su parte.

Pablo asemeja el ministerio a una labranza, en la cual uno ara, otro siembra, otro riega, y otro levanta la cosecha. Si no hay quien siembre, no puede haber cosecha; si no hay quien riegue, tampoco puede haber cosecha, y si no hay quien levante la cosecha, se echará a perder.
Y aunque cada uno hiciera su labor, ninguno puede hacer germinar y crecer la planta; por eso la gloria no puede ser para ninguno de ellos. Eso solamente lo hace Dios.
1 Corinthians 3:6–7 NBLA
Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento.

Cada uno hace su parte de acuerdo al don recibido.

1 Corinthians 3:10 NBLA
Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero cada uno tenga cuidado cómo edifica encima.
La palabra gracia (χάρις) significa algo recibido gratuita y generosamente. Algunas veces χάρις se refiere a la gracia que Dios mostró al darnos la salvación, y otras veces a los dones espirituales. Si seguimos el pensamiento expresado en los versículos anteriores, podemos concluir que se refiere a los dones.
Cuando Pablo se refiere a los dones espirituales en su carta a los romanos, usa exactamente la misma expresión usada en este verso (3:10):
Romans 12:3 NBLA
Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de ustedes que no piense de sí mismo más de lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno.
Dios le dio a Pablo el don de evangelismo, lo cual es evidenciado por todas la iglesias que surgieron de su predicación del evangelio de Cristo.
Usando la analogía de una cosntrucción, Pablo usó el don recibido para hacer su parte: poner la fundación del edificio espiritual llamado iglesia. A otros les tocaría edificar las paredes, a otros decorar, a otros pintar, etc.
1 Corinthians 3:12–13 NBLA
Ahora bien, si sobre este fundamento alguien edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada. El fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno.
Los materiales descritos se refieren a la calidad del trabajo de los constructores: algunos valiosos y duraderos, otros sin mucho valor y temporales.
La calidad de la obra de cada siervo será revelada y probada por fuego. Y de acuerdo al resultado de la prueba, cada uno recibirá su recompensa.

Cada obrero recibirá su recompensa.

1 Corinthians 3:14–15 NBLA
Si permanece la obra de alguien que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. Si la obra de alguien es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como a través del fuego.
La recompensa no se refiere a la salvación porque la salvación es un regalo, no una recompensa.
Lo que pienso que Pablo trata de decirles es: Apolos, Cefas, ustedes, y yo trabajamos para el mismo Señor, y es el Señor quien nos recompensará por lo que cada uno haya hecho para Él.
2 Corinthians 5:10 NBLA
Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo.

Somos ministros de Cristo.

El apóstol les vuelve a recordar que, así como los sabios de este mundo ven el evangelio como necedad, ante Dios, la sabiduría humana es necedad y todo sus razonamientos como inútiles. Por lo tanto, los corintios no tenían por que sentirse superiores a otros.
1 Corinthians 3:21–23 NBLA
Así que nadie se jacte en los hombres, porque todo es de ustedes: ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el mundo, o la vida, o la muerte, o lo presente, o lo por venir, todo es suyo, y ustedes de Cristo, y Cristo de Dios.
La última frase de este versículo es el remate a todo lo dicho anteriormente: “ustedes son de Cristo”, no de Pablo, ni de Apolos, ni de Cefas. Uno solo es su Señor; a ese grupo deben pertenecer, a los que son de Cristo.

Debemos ser vistos como servidores de Cristo.

1 Corinthians 4:1 NBLA
Que todo hombre nos considere de esta manera: como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
Aquí Pablo ya no usa la palabra διάκονος sino un sinónimo: ὑπηρέτης. Aunque esta palabra tambien significa “servidor”, tambien tiene dos significados que son más apropiados a lo que Pablo está por añadir. Esos significados adicionales son: oficial y asistente.
Somos oficiales o asistentes designados por Dios para administrar sus misterios, o sea la sabiduría de Dios plasmada en Su Palabra y el mensaje de la cruz.

Debemos administrar el encargo con fidelidad.

1 Corinthians 4:2 NBLA
Ahora bien, lo que se requiere además de los administradores es que cada uno sea hallado fiel.
Al joven Timoteo, Pablo instruyó diciendo:
2 Timothy 4:2 NBLA
Predica la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo. Amonesta, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción.
En otras palabras, “sé fiel en el cumplimiento del encargo que se te ha dado”.
Debemos cumplir con el encargo, independientemente de lo que otros puedan pensar:
1 Corinthians 4:3–4 NBLA
En cuanto a mí, es de poca importancia que yo sea juzgado por ustedes o por cualquier tribunal humano. De hecho, ni aun yo me juzgo a mí mismo. Porque no estoy consciente de nada en contra mía. Pero no por eso estoy sin culpa, pues el que me juzga es el Señor.
al cabo que no es a ellos que tendremos que dar cuenta, sino al que nos comisionó. Un día, el Juez Justo lo revelará todo, incluyendo lo más profundo del corazón, y recompesará a sus servidores.
Ya que ha dado las causas principales de las divisiones en la iglesia: el malentendimieto del mensaje y del ministerio, en el resto del cap 4, Pablo procederá a decirles como solucionar el problema.
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