Sermon Tone Analysis

Overall tone of the sermon

This automated analysis scores the text on the likely presence of emotional, language, and social tones. There are no right or wrong scores; this is just an indication of tones readers or listeners may pick up from the text.
A score of 0.5 or higher indicates the tone is likely present.
Emotion Tone
Anger
0.08UNLIKELY
Disgust
0.11UNLIKELY
Fear
0.13UNLIKELY
Joy
0.45UNLIKELY
Sadness
0.15UNLIKELY
Language Tone
Analytical
0UNLIKELY
Confident
0.06UNLIKELY
Tentative
0UNLIKELY
Social Tone
Openness
0.15UNLIKELY
Conscientiousness
0.15UNLIKELY
Extraversion
0.46UNLIKELY
Agreeableness
0.59LIKELY
Emotional Range
0.17UNLIKELY

Tone of specific sentences

Tones
Emotion
Anger
Disgust
Fear
Joy
Sadness
Language
Analytical
Confident
Tentative
Social Tendencies
Openness
Conscientiousness
Extraversion
Agreeableness
Emotional Range
Anger
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El apóstol Pablo, habiendo ya señalado el problema de divisiones en la iglesia de Corinto, les hizo ver que una de las causas había sido que ellos habían malentendido el mensaje de la cruz, el evangelio.
Al explicarselos de nuevo, les hizo ver que no provenía de hombre, ni de sabiduría o filosofía de hombres, sino del Espíritu Santo.
También denunció la conducta infantil o carnal de ellos, la cual era evidenciada por sus sectarimos.
En la mayor parte del cap. 3 y los primeros vers.
del cap.
4, les hace ver la segunda causa de dichas divisiones: No han entendido bien lo que es el ministerio.
Los ministros son solamente siervos.
Pablo le hace ver que, tanto él como Apolos, eran solamente siervos (διάκονος), no amos; eran “meseros”, no los dueños del restaurante.
Esto es algo que tanto el ministro como los ministrados deben recordar siempre.
Si lo olvidamos, los creyentes podemos caer en el error de exaltar al siervo en lugar de al Señor del siervo; o que el siervo busque ser exaltado como que si él fuera el Señor.
Los creyentes corintios eran “niños en Cristo”, inmaduros.
La falta de madurez puede llevarnos a endiosar al hombre.
Ellos solamente eran los mensajeros que Dios había usado para que los corintios escucharan el evangelio y conocieran la Palabra.
El mensaje no era de ellos, sino del que los había enviado: Dios, el dueño de los siervos.
En el ministerio no hay nadie más que otros.
Las funciones que desempeñamos como siervos en la viña pueden ser diferentes, y ellas de acuerdo a los dones que el Señor de la viña nos ha dado para que llevemos a cabo el trabajo que nos ha encomendado.
Por lo tanto, el que enseña no es superior al que sirve en otras áreas.
Todos somos “una misma cosa”, siervos haciendo cada uno su propia labor.
El ministerio es un esfuerzo conjunto.
En la labor de Dios, todos deben hacer su parte.
Por eso, Pablo usa el término “colaboradores” (συνεργόi) o “los que juntos hacen la obra”.
¡Nadie puede hacer el ministerio solo!
Necesitamos la participación de todos los miembros del Cuerpo.
Nadie tiene la fuerza ni los dones para hacerla solo.
Cada uno hace su parte.
Pablo asemeja el ministerio a una labranza, en la cual uno ara, otro siembra, otro riega, y otro levanta la cosecha.
Si no hay quien siembre, no puede haber cosecha; si no hay quien riegue, tampoco puede haber cosecha, y si no hay quien levante la cosecha, se echará a perder.
Y aunque cada uno hiciera su labor, ninguno puede hacer germinar y crecer la planta; por eso la gloria no puede ser para ninguno de ellos.
Eso solamente lo hace Dios.
Cada uno hace su parte de acuerdo al don recibido.
La palabra gracia (χάρις) significa algo recibido gratuita y generosamente.
Algunas veces χάρις se refiere a la gracia que Dios mostró al darnos la salvación, y otras veces a los dones espirituales.
Si seguimos el pensamiento expresado en los versículos anteriores, podemos concluir que se refiere a los dones.
Cuando Pablo se refiere a los dones espirituales en su carta a los romanos, usa exactamente la misma expresión usada en este verso (3:10):
Dios le dio a Pablo el don de evangelismo, lo cual es evidenciado por todas la iglesias que surgieron de su predicación del evangelio de Cristo.
Usando la analogía de una cosntrucción, Pablo usó el don recibido para hacer su parte: poner la fundación del edificio espiritual llamado iglesia.
A otros les tocaría edificar las paredes, a otros decorar, a otros pintar, etc.
Los materiales descritos se refieren a la calidad del trabajo de los constructores: algunos valiosos y duraderos, otros sin mucho valor y temporales.
La calidad de la obra de cada siervo será revelada y probada por fuego.
Y de acuerdo al resultado de la prueba, cada uno recibirá su recompensa.
Cada obrero recibirá su recompensa.
La recompensa no se refiere a la salvación porque la salvación es un regalo, no una recompensa.
Lo que pienso que Pablo trata de decirles es: Apolos, Cefas, ustedes, y yo trabajamos para el mismo Señor, y es el Señor quien nos recompensará por lo que cada uno haya hecho para Él.
Somos ministros de Cristo.
El apóstol les vuelve a recordar que, así como los sabios de este mundo ven el evangelio como necedad, ante Dios, la sabiduría humana es necedad y todo sus razonamientos como inútiles.
Por lo tanto, los corintios no tenían por que sentirse superiores a otros.
La última frase de este versículo es el remate a todo lo dicho anteriormente: “ustedes son de Cristo”, no de Pablo, ni de Apolos, ni de Cefas.
Uno solo es su Señor; a ese grupo deben pertenecer, a los que son de Cristo.
Debemos ser vistos como servidores de Cristo.
Aquí Pablo ya no usa la palabra διάκονος sino un sinónimo: ὑπηρέτης.
Aunque esta palabra tambien significa “servidor”, tambien tiene dos significados que son más apropiados a lo que Pablo está por añadir.
Esos significados adicionales son: oficial y asistente.
Somos oficiales o asistentes designados por Dios para administrar sus misterios, o sea la sabiduría de Dios plasmada en Su Palabra y el mensaje de la cruz.
Debemos administrar el encargo con fidelidad.
Al joven Timoteo, Pablo instruyó diciendo:
En otras palabras, “sé fiel en el cumplimiento del encargo que se te ha dado”.
Debemos cumplir con el encargo, independientemente de lo que otros puedan pensar:
al cabo que no es a ellos que tendremos que dar cuenta, sino al que nos comisionó.
Un día, el Juez Justo lo revelará todo, incluyendo lo más profundo del corazón, y recompesará a sus servidores.
Ya que ha dado las causas principales de las divisiones en la iglesia: el malentendimieto del mensaje y del ministerio, en el resto del cap 4, Pablo procederá a decirles como solucionar el problema.
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