Confrontar el pecado para restaurar

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¿Cómo encarar el pecado en la iglesia?

Hoy en día hablar de pecado parece ser una mala palabra. El grito de guerra “sólo Dios me puede juzgar” se ha convertido en un estandarte de aquellos que desean llevar una vida desordenada delante de Dios y justificar ese estilo de vida cuando son confrontados.
La realidad es que el pecado es algo con lo que debemos lidiar de frente; pero, es a la vez algo con lo que debemos lidiar de manera Bíblica.
Leamos un importante pasaje en el libro de Gálatas:
Galatians 6:1–10 NVI
Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado. Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo. Si alguien cree ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. Cada cual examine su propia conducta; y si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie. Que cada uno cargue con su propia responsabilidad. El que recibe instrucción en la palabra de Dios, comparta todo lo bueno con quien le enseña. No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.
Este pasaje está continuando una idea de Pablo que comenzó en el capítulo 5. Ese capítulo se enfoca en realizar un contraste entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu, y las consecuencias de elegir entre ambos estilos de vida.
Con ese contexto en mente, los versículos 1-5 están exponiendo la actitud de la iglesia hacia el pecado, la restauración y la responsabilidad personal:

1. Cómo lidiar con la persona sorprendida en pecado

El versículo 1 se enfoca en explicarnos la actitud que la iglesia debe tener hacia aquellos sorprendidos en pecado.
Galatians 6:1 NVI
Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado.
Lo primero que el apóstol Pablo explica es que cuando alguien está siendo sorprendido en pecado, la actitud de la iglesia no debe ser ni afirmación, ni condenación, sino restauración.
Es necesario prestar atención a las dos cualidades que Pablo afirma acerca de los miembros de la iglesia:
Son espirituales: aquí espiritual se refiere a lo dicho en el capítulo 5, es decir, caminan guiados por el Espíritu y no la carne.
Tienen actitud humilde al restaurar: Humilde se refiere al sentido más puro de la palabra, no esta hablando de personas tímidas ni que se menosprecian; sino de personas que son gentiles, corteses, consideradas con los demás, y que no son egocéntricas o prepotentes.
Entonces, La iglesia no puede hacer la vista gorda al pecado; pero tampoco puede hacer de verdugo ante el pecador. El objetivo de la iglesia debe ser la restauración del pecador.
Además, el apóstole concluye el versículo 1 recordando que el restaurador, si no tiene cuidado, puede acabar siendo el que necesita restauración. “Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado”.
¿Cómo se define pecado? En el contexto de Gálatas se refiere como las obras de la carne, que fueron explicadas y descritas en el capítulo 5.

2. ¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia los demás?

En el versículo 2, el apóstol continúa explicando cuál debe ser nuestra actitud hacia nuestros hermanos en general.
Galatians 6:2 NVI
Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo.
Lo segundo que el apóstol Pablo explica es que en la iglesia debemos tener empatía los unos por los otros.

3. Tener una autoimagen correcta

El versículo 3 pasa a lidiar con nuestra autopercepción.
Galatians 6:3 NVI
Si alguien cree ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo.
Lo tercero que el apóstol Pablo afirma es que en la iglesia no hay lugar para el orgullo ni el egocentrísmo.
Esta es una declaración muy fuerte, el griego de este versículo es muy claro, la NVI lo traduce de manera correcta.
La afirmación que Pablo está realizando es la siguiente, lo que nosotros somos es por la gracia de Dios y el poder de Su Espíritu, si nos creemos mejores que otros, superiores, etc., en realidad nos estamos engañando a nosotros mismos.
El camino de la fe y del Espíritu es un camino de humildad (en el buen sentido de la palabra), es el camino de recordar que lo que somos es gracias a Dios y no a nosotros.

4. No podemos eludir la responsabilidad personal

Los versículos 4 y 5 lídian con nuestra responsabilidad personal hacia Dios y los demás.
Galatians 6:4–5 NVI
Cada cual examine su propia conducta; y si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie. Que cada uno cargue con su propia responsabilidad.
Finalmente, el apóstol Pablo nos explica que cada uno es responsable de llevar a cabo aquello para lo que Dios lo escogió y de rendir cuentas a Dios de sus actos.
Pablo concluye esta sección presentando la otra cara de la moneda de lo dicho hasta aquí.
Estos dos versículos expresan dos prinicipios importantes:
El contexto habla sobre cómo lidiar con aquel sorprendido en pecado; ahora Pablo dice que es bueno que cada uno también realice un autoexámen y vea cómo está su vida. Ese autoexámen no se debe hacer para compararse con otros. No se trata de decir “soy más o menos pecador que...”, sino de tener limpia consciencia delante de Dios.
En el versículo 2, Pablo habla acerca de la responsabilidad de ayudarse unos a otros. Ahora, al cerrar este párrafo, el apóstol recuerda que esa ayuda mútua no elimina la responsabilidad personal. Cada uno es responsable ante Dios de su conducta y sus acciones. El recibir ayuda de otros no elimina la responsabilidad personal, al igual que la falta de ayuda no es excusa para eludir la responsabilidad personal.

Conclusión y aplicación

¿Por qué hablar de este tema hoy?
En primer lugar porque es un tema muy necesario en nuestro contexto actual.
En segundo lugar, porque es Bíblico y es muy necesario.
En tercer lugar, porque este tema da pie a lo que será la prédica del próximo domingo, la cual trata con “la ley de la siembra y la cosecha”.
Pero, esas son razones del por qué hablar de este tema “hoy”; más allá de eso, es importante que podamos sacar algunas aplicaciones. En este caso, el pasaje es tan claro y frontal, que las aplicaciones casi se escriben por sí solas. Sin embargo, para ayudarnos a recordar, vamos a repasar algunas breves aplicaciones:
El pecado no es algo que nosotros definimos, es algo que Dios define en su palabra. No podemos hacer de la vista gorda al pecado, debemos confrontarlo.
El objetivo al confrontar el pecado no es ni condonar, ni condenar, sino restaurar.
La restauración se debe realizar con buena actitud, no con prepotencia.
En la iglesia no hay lugar para el egoísmo ni la egolatría, sino que debe existir empatía.
A pesar de que en la iglesia todos debemos ayudarnos unos a otros, eso no elimina nuestra responsabilidad personal hacia Dios y los demás.
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