Sermon Tone Analysis

Overall tone of the sermon

This automated analysis scores the text on the likely presence of emotional, language, and social tones. There are no right or wrong scores; this is just an indication of tones readers or listeners may pick up from the text.
A score of 0.5 or higher indicates the tone is likely present.
Emotion Tone
Anger
0.1UNLIKELY
Disgust
0.1UNLIKELY
Fear
0.13UNLIKELY
Joy
0.22UNLIKELY
Sadness
0.15UNLIKELY
Language Tone
Analytical
0UNLIKELY
Confident
0.12UNLIKELY
Tentative
0UNLIKELY
Social Tone
Openness
0.14UNLIKELY
Conscientiousness
0.14UNLIKELY
Extraversion
0.47UNLIKELY
Agreeableness
0.6LIKELY
Emotional Range
0.15UNLIKELY

Tone of specific sentences

Tones
Emotion
Anger
Disgust
Fear
Joy
Sadness
Language
Analytical
Confident
Tentative
Social Tendencies
Openness
Conscientiousness
Extraversion
Agreeableness
Emotional Range
Anger
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¿Cómo encarar el pecado en la iglesia?
Hoy en día hablar de pecado parece ser una mala palabra.
El grito de guerra “sólo Dios me puede juzgar” se ha convertido en un estandarte de aquellos que desean llevar una vida desordenada delante de Dios y justificar ese estilo de vida cuando son confrontados.
La realidad es que el pecado es algo con lo que debemos lidiar de frente; pero, es a la vez algo con lo que debemos lidiar de manera Bíblica.
Leamos un importante pasaje en el libro de Gálatas:
Este pasaje está continuando una idea de Pablo que comenzó en el capítulo 5. Ese capítulo se enfoca en realizar un contraste entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu, y las consecuencias de elegir entre ambos estilos de vida.
Con ese contexto en mente, los versículos 1-5 están exponiendo la actitud de la iglesia hacia el pecado, la restauración y la responsabilidad personal:
1. Cómo lidiar con la persona sorprendida en pecado
El versículo 1 se enfoca en explicarnos la actitud que la iglesia debe tener hacia aquellos sorprendidos en pecado.
Lo primero que el apóstol Pablo explica es que cuando alguien está siendo sorprendido en pecado, la actitud de la iglesia no debe ser ni afirmación, ni condenación, sino restauración.
Es necesario prestar atención a las dos cualidades que Pablo afirma acerca de los miembros de la iglesia:
Son espirituales: aquí espiritual se refiere a lo dicho en el capítulo 5, es decir, caminan guiados por el Espíritu y no la carne.
Tienen actitud humilde al restaurar: Humilde se refiere al sentido más puro de la palabra, no esta hablando de personas tímidas ni que se menosprecian; sino de personas que son gentiles, corteses, consideradas con los demás, y que no son egocéntricas o prepotentes.
Entonces, La iglesia no puede hacer la vista gorda al pecado; pero tampoco puede hacer de verdugo ante el pecador.
El objetivo de la iglesia debe ser la restauración del pecador.
Además, el apóstole concluye el versículo 1 recordando que el restaurador, si no tiene cuidado, puede acabar siendo el que necesita restauración.
“Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado”.
¿Cómo se define pecado?
En el contexto de Gálatas se refiere como las obras de la carne, que fueron explicadas y descritas en el capítulo 5.
2. ¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia los demás?
En el versículo 2, el apóstol continúa explicando cuál debe ser nuestra actitud hacia nuestros hermanos en general.
Lo segundo que el apóstol Pablo explica es que en la iglesia debemos tener empatía los unos por los otros.
3. Tener una autoimagen correcta
El versículo 3 pasa a lidiar con nuestra autopercepción.
Lo tercero que el apóstol Pablo afirma es que en la iglesia no hay lugar para el orgullo ni el egocentrísmo.
Esta es una declaración muy fuerte, el griego de este versículo es muy claro, la NVI lo traduce de manera correcta.
La afirmación que Pablo está realizando es la siguiente, lo que nosotros somos es por la gracia de Dios y el poder de Su Espíritu, si nos creemos mejores que otros, superiores, etc., en realidad nos estamos engañando a nosotros mismos.
El camino de la fe y del Espíritu es un camino de humildad (en el buen sentido de la palabra), es el camino de recordar que lo que somos es gracias a Dios y no a nosotros.
4. No podemos eludir la responsabilidad personal
Los versículos 4 y 5 lídian con nuestra responsabilidad personal hacia Dios y los demás.
Finalmente, el apóstol Pablo nos explica que cada uno es responsable de llevar a cabo aquello para lo que Dios lo escogió y de rendir cuentas a Dios de sus actos.
Pablo concluye esta sección presentando la otra cara de la moneda de lo dicho hasta aquí.
Estos dos versículos expresan dos prinicipios importantes:
El contexto habla sobre cómo lidiar con aquel sorprendido en pecado; ahora Pablo dice que es bueno que cada uno también realice un autoexámen y vea cómo está su vida.
Ese autoexámen no se debe hacer para compararse con otros.
No se trata de decir “soy más o menos pecador que...”, sino de tener limpia consciencia delante de Dios.
En el versículo 2, Pablo habla acerca de la responsabilidad de ayudarse unos a otros.
Ahora, al cerrar este párrafo, el apóstol recuerda que esa ayuda mútua no elimina la responsabilidad personal.
Cada uno es responsable ante Dios de su conducta y sus acciones.
El recibir ayuda de otros no elimina la responsabilidad personal, al igual que la falta de ayuda no es excusa para eludir la responsabilidad personal.
Conclusión y aplicación
¿Por qué hablar de este tema hoy?
En primer lugar porque es un tema muy necesario en nuestro contexto actual.
En segundo lugar, porque es Bíblico y es muy necesario.
En tercer lugar, porque este tema da pie a lo que será la prédica del próximo domingo, la cual trata con “la ley de la siembra y la cosecha”.
Pero, esas son razones del por qué hablar de este tema “hoy”; más allá de eso, es importante que podamos sacar algunas aplicaciones.
En este caso, el pasaje es tan claro y frontal, que las aplicaciones casi se escriben por sí solas.
Sin embargo, para ayudarnos a recordar, vamos a repasar algunas breves aplicaciones:
El pecado no es algo que nosotros definimos, es algo que Dios define en su palabra.
No podemos hacer de la vista gorda al pecado, debemos confrontarlo.
El objetivo al confrontar el pecado no es ni condonar, ni condenar, sino restaurar.
La restauración se debe realizar con buena actitud, no con prepotencia.
En la iglesia no hay lugar para el egoísmo ni la egolatría, sino que debe existir empatía.
A pesar de que en la iglesia todos debemos ayudarnos unos a otros, eso no elimina nuestra responsabilidad personal hacia Dios y los demás.
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